Qué alegría ver y saber de la necesidad de mantener alguna comunicación entre bandos, y que el denominador común sea la paz. Me encanta.
Qué alegría de saber que nadie esperará fuera, reptando como el viento frío de la noche, al acecho, para saltar por sorpresa y morder con sus dientes de cuchillos. Cómo me gusta.
Qué alegría saber que nadie buscará la boca de nadie, para después acusarle, qué alegría saber que mis enemigos ya no lo son, y que a pesar de saber que no soy de noble cama, que no dispongo de familiares adinerados, a pesar de eso me aman de corazón, me escucharán y podré decir mi parecer en libertad y confianza entre mis hermanos. Cómo me agrada.
Que ya no es necesario que desde la intemperie mire con atención como otros disfrutan del placer de estar en su casa impidiendo que los demás entren, y que desde ahora voy a ser bien recibido, por todos los que allí moran, y abrazado y abrazando seremos todos felices. Qué placer.
Qué satisfacción, ya no existe ogro alguno, que nunca pensará que vengo de abajo, que solo va a pensar en mí como su hermano, que me dará el calor de sus manos, cuando el frío me pueda, que me dará su ropa para poder abrigar el frío invierno. Cuánta calidez en este lugar.
Qué gustazo, saber que nadie creerá que soy como una espada, culpable de todo, de que cristo esté crucificado, que su muerte pese sobre mis hombros, culpable de casi todo lo pasado, o por pasar, me siento humano por segundos. Me está dejando de gustar.
Yo me voy sintiendo cada vez mejor, creo estar despierto, alegre y simpático, como si mi condena desde este momento sea solamente la alegría, la satisfacción, el placer y el bienestar, no me siento normal, es extraño que de pronto todo esté bien, todo normal.
Pero aún no llego a entender, si te han desnudado como en el mismo nacimiento, si te han ocultado en la misma sombra, si te han acusado de traición. ¿Cómo es posible volver así de rápido a la inocencia?.
¿Cómo podrán soportar el tremendo estallido de amor recorriendo todo su cuerpo?, ¿No podrán los guerreros empezar de nuevo su danza de muerte, atacando por nada más que el simple placer de atacar?
El miedo me invade cada célula de mi cuerpo, aterrorizado despierto de esta pesadilla, me levanto miro a la pared, y allí te veo, vestido de blanco, blanco que tanta Paz me trae, y eres Tú, quien entre tus brazos me protege, eres quien por mi vigila, eres quien de todo me libra, eres quien me señala que todo esto no es más que una pesadilla, y a esta pesadilla le grito distante, que acabe de una vez por todas la guerra, que la guerra “en paz descanse, y que sobre todo Paz”.
Recordatorio El Viejo Costal