¡Tiemblen!, abnegados diputados mayores de gobierno. ¡Tiemblen!, sufridos fiscales de paso. ¡Tiemblen!, sumisos diputados de tramo y fiscales de cruz. ¡Que viene el lobo! O al menos eso es lo que quieren hacernos creer. Se anuncian nuevas normas de cara a la próxima Semana Santa -que en realidad no lo son tanto- con mucha mano dura. Pero la realidad es que estas normas básicas “para conocimiento y cumplimiento de los responsables de las cofradías” se llevan aplicando desde hace más de 10 Semanas Santas. Cada año, las sanciona el vicario general -hay que recordar que don Antonio Domínguez Valverde llamaba cada día al palquillo de la Campana para interesarse sobre cómo iba discurriendo la jornada- y cada año sufren alguna leve modificación en su articulado. Y eso es, ni más ni menos, lo que ha pasado este año.
Se anuncia que el Consejo de Cofradías va a ser implacable con las hermandades que no cumplan. ¿Es acaso ése el espíritu del Consejo? No conozco ninguna cofradía que salga a la calle con la intención de dejar 20 minutos en la Campana o para hacer la puñeta a la hermandad que va detrás. Otra cosa es que, por imprevistos y por circunstancias, en el 95% de los casos justificada, una hermandad deje algún retraso. A nadie se le escapa que también hay muchas, muchísimas cofradías, que andan muy cortas de tiempo de paso y no pueden hacer milagros.
Las nuevas normas presentan básicamente una novedad con respecto a las del año pasado, o el anterior, o el anterior… La regulación de la lluvia. ¿Qué ocurre si una hermandad se tiene que refugiar en un templo? ¿Cómo deberán ser los traslados de regreso a sus iglesias? ¿Cómo se regula el aplazamiento de la salida? Los puntos VI, VII y VIII tratan de dar respuesta a estas preguntas aplicando el sentido común y poniendo negro sobre blanco lo que se ha venido improvisando en las últimas Semanas Santas tan pasadas por agua.
Respecto a la implacable actuación que tendrán los delegados de día, todo lo que se recoge en las normas es antiguo. ¿O un delegado de día, u otra persona designada, no tiene potestad para decirle a una hermandad que acelere el paso? ¿O las normas no recogían desde hace años la facultad para poner los nazarenos de a tres? Busquen y comparen.
Con el miedo no se consigue nada, la filtración interesada para que cunda el pánico ha provocado el revuelo de muchos hermanos mayores a los que los delegados de día han tenido que tranquilizar asegurándoles que el palquillo de la Campana no se va a convertir un tribunal del Santo Oficio, de cofradieras maneras, en el que el delegado de día actuará, como si fuera Risto Mejide, auscultando y vigilando cada movimiento de las hermandades y sus responsables. “Tranquilo, que es lo mismo de siempre”.
Otra cosa es la patata caliente del régimen sancionador, que está en los estatutos por exigencia de Palacio, pero cuya aplicación es más que compleja, como reconocen abiertamente muchos integrantes del Consejo. La facultad sancionadora, como bien defendía Adolfo Arenas, en cualquier caso debería recaer en la autoridad eclesiástica, no en la asamblea de hermanos mayores ni en la junta superior.
Con estas nuevas normas, y todo el revuelo provocado de manera interesada, se está intentando meter miedo a las hermandades. Pero se obvia una cosa: el tiempo de paso de las cofradías por la carrera oficial es el que es. No se puede empezar a las doce de la mañana. Y el número de nazarenos de las hermandades también es el que es. Hagan la ecuación y resultará que es prácticamente milagroso que los retrasos que se producen sean tan insignificantes. Eso sí, si se trataba de acelerar el paso de las hermandades por la Campana podrían haber suprimido el artículo que obliga a parar el paso ante el palquillo.
Y a todo esto, el tío del carro de los cirios sigue sin poder entrar en la carrera oficial… así nos va.