Antes de nada pedir perdón, porque no sé si seré capaz de expresar con palabras todo lo transmitido por el cofrade cordobés D. Miguel Ángel de Abajo Medina en la noche de hoy.
Empezó el acto con una selección de marchas, un poco rara, para mi gusto, demasiado clásicas para un Pregón de Glorias, esperaba algo más alegre, la verdad. Las marchas elegidas fueron: Virgen de la Victoria (creo recordar), Mater Mea, Virgen del Socorro y Margot. A continuación Dña. Carmen Sousa, Teniente Alcalde en el Ayuntamiento y el Presidente de la Agrupación, D. Francisco Sanmiguel, descubrieron el cartel de Glorias 2014, una maravillosa composición de D. José I. Aguilera, que representa al Custodio San Rafael, velando el sueño de la Virgen Dormida, de Nuestra Señora del Tránsito.
Tomó la palabra el presentador del pregonero, D. Francisco Mellado, que en con unas breves palabras, describió a su gran amigo. Bonitas palabras para mostrar a un hombre enamorado de sus tradiciones, de sus cofradías, de María y de Jesús. Un hombre que une originalidad con su perspectiva cofrade.
Miguel Ángel subió al Altar Mayor de la Iglesia de la Trinidad ante un público poco numeroso, si lo comparamos con el que asiste al Pregón de la Semana Santa. Sin embargo, aún siendo menor, ha sido un público respetuoso y ha estado entregado en esta exaltación a María. Una pena que ni desde las más altas esferas, no se le dé la importancia que tiene.
Comenzó recordando el Ángelus, mencionando y recordando que la Santísima Trinidad se hizo carne en María. Después de agradecer a todos los presentes su asistencia, fue aunando advocaciones cordobesas a los problemas de la actualidad, como la crisis económica, la prisa del mundo contemporáneo, la corrupción, el racismo…
Emotivas sus palabras hacia la Virgen del Socorro. Una madre que siempre espera, que siempre está cuando llamas a su puerta. Aquí ha hecho una referencia al Papa Francisco diciendo: “… tiene más olor a oveja que a incienso…”, una frase que ha arrancado alguna que otra sonrisa entre los presentes. Aunque no ha nombrado sólo al Pontífice actual, también ha recordado a los Papas que en el día de hoy serán canonizados en la ciudad del Vaticano.
Siguió desglosando el pregonero su verbo nombrando a cada una de las advocaciones, desde la que residen en los barrios periféricos hasta Aquéllas que viven en Iglesias Fernandinas.
Palabras también ha tenido para las romerías, donde él mismo que Jesús también comía, también bebía, también se reunía con amigos, lo que son las romerías, pero siempre con la mirada en María y su Bendito Hijo.
Miguel Ángel, como así le conocemos, ha destacado cómo la Córdoba de Glorias también se echa a la calle en magnos actos, haciendo referencia al Rocío de Fe, nombrando de forma muy cariñosa, a la Hermandad Matriz de Almonte.
Ha dejado constancia igualmente de sus opiniones sobre algunos temas de actualidad en el mundo cofrade, entre los que se puede destacar la noticia sobre la procesión de la Virgen de la Fuensanta, o la imagen que ha querido dar del Día del Corpus, alegando que no debe subir y bajar por la misma calle, no cambiar, según convenga el horario o desplazarla de día; aunque ha culminando exponiendo que, en muchas ocasiones, nosotros mismos somos los culpables de todo.
Ha mostrado, ayudándose de la Historia, su total rechazo al asunto de cambio titularidad sobre la Santa Iglesia Catedral de la Asunción, sí, Santa Iglesia Catedral, como él mismo ha repetido.
Ha culminado este pregón mariano con mayúsculas, con un sentido poema a su Virgen de la Merced, Reina de la Libertad, tal y como la ha nombrado, para terminar haciendo un guiño a una frase mítica de su pregón de Semana Santa en el año 1998, la frase que tantas veces nuestros pequeños de la casa han repetido durante la Semana Santa: …”nazareno dame cera…”. Jugando con las etapas de la vida y el pedir cera, ha culminado un pregón lleno de sentimiento, de cordobesismo. Un pregón muy de Miguel Ángel. Un pregón serio, diciendo verdades, pero sin olvidar la alegría propia de lo que estaba pregonando, las Glorias de María.
Enhorabuena Miguel Ángel.
Raquel Medina Rodríguez