Cristo resignado, que mira apenado al cielo del Viernes
Santo del barrio de San Telmo y que hace partícipe al pueblo de esa expiración,
la última, la que le lleva a su destino mortal. Imagen de gran envergadura en
concordancia con la devoción que despierta en la ciudad de Jerez.
Los primeros archivos de la imagen del Santísimo Cristo de
la Expiración datan de principios del siglo XVII, realizada en cartón encolado.
Debido a su deterioro por el material realizado para su elaboración, la
hermandad tuvo la idea, a mitad del pasado siglo XX, de sustituir a esta
antigua y tradicional imagen de El Cristo, dejando este trabajo en manos del
escultor Juan Luis Vassallo Parodi. La extensa obra de este gaditano contempla,
además de la impresionante talla del crucificado de San Telmo, varios
monumentos dispuestos en Úbeda y Baeza.
Vassallo Parodi copió, según recoge el archivo histórico de
la hermandad de El Cristo, "con toda fidelidad la imagen actual en madera
y adaptando la mascarilla de ésta sobre la nueva talla, policromándose luego
con la mayor semejanza a la actual". De sus manos nació uno de los
crucificados más imponentes de la imaginería jerezana, con una altura de 1,90
metros. Junto a esta talla, que no ha faltado a su cita del Viernes Santo en
ninguna ocasión desde entonces, El Cristo estrenó entonces unas potencias de
plata de ley de las que la hermandad desconocía el origen.
Cuál ha sido la sorpresa de la cofradía cuando han
encontrado que estas potencias fueron realizadas en 1950 por ni más ni menos
que Fernando Marmolejo Camargo, quien ostentó el título de maestro mayor del
gremio de artesanos de Sevilla. Una de sus mayores obras, admirada en el
ambiente cofrade de la capital hispalense es el impresionante camarín de la
Esperanza Macarena, tildada como una de las obras orfebres clave del siglo XX y
que tuvo que ser construida en tres fases. La confección para la hermandad
sevillana fue contemporánea a las potencias del Santísimo Cristo de la
Expiración.
Según ha podido averiguar la corporación de San Telmo, el
encargo de este nuevo juego de potencias nació como fruto de la amistad entre
José Luis Vassallo y Fernando Marmolejo, cuya talla fue supervisada por el
propio imaginero.
La colaboración entre estos dos iconos de la imaginería
cofrade en Jerez no se limitó solo a las potencias y la talla del Santísimo
Cristo de la Expiración. Ambos colaboraron posteriormente en el monumento a La
Asunción, erigido en 1952 en la plaza que hoy lleva su nombre frente al Cabildo
antiguo. Esta estatua, símbolo del centro de la ciudad, fue realizada por
Vassallo con diseño de Fernando de la Cuadra Irizar, que lo concibió como un
triunfo en forma de cirio encendido. En esta alegoría, la Virgen está
acompañada de ángeles y rodeada por una ráfaga de hierro forjado en forma de
llama, realizada por Fernando Marmolejo.