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jueves, 3 de abril de 2014

Nisán: XXX Alfa y Omega


Todos sus amigos y las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea permanecían a distancia, contemplando lo sucedido. Lc 23 49

Contemplé la epidermis de tu cuerpo ennegrecido, maltratado y lacerado por el rencor, la ira y el rechazo, intentando comprender, desde mi esquina de silencio y aflicción, la injusticia de tu muerte cruel y despiadada, mientras el perfume de la inconfundible nube de incienso que acaricia el litoral de tu grandeza impregnaba mi espíritu sometido a la tragedia, azotado por el látigo del determinismo más encarnizado. Todo se había consumado, porque así estaba escrito.

Repentinamente, de manera casi imperceptible, la armonía ancestral que envolvía tu figura, miserere de sentimientos doloridos, pareció transportar mi alma a la tierra prometida por la fragancia de tu evangelio, elevándola y convirtiéndose en bálsamo celestial para mi corazón marchitado de llanto y abandono.


Y un velo de sosiego inaudito se precipitó sobre mi sufrimiento para lograr hacerle claudicar rindiéndose a tu evidencia. Por más que la parca imagine ingenua que ha vencido la batalla, tu esencia permanecerá intacta en las entrañas de tu pueblo y tu voz perdurará  imperturbable a lo largo de los siglos, atravesando las fronteras, para sembrar la divinidad de tu maravillosa semilla por los cinco continentes.

Porque Tú eres Consuelo de los afligidos, Refugio de los desamparados, Remedio de las ánimas perdidas en el purgatorio de tu ausencia… alfa y omega, principio y fin, causa y consecuencia de nuestras humildes pisadas en busca del altar de tu Paraíso…

Remedio de las Ánimas Benditas
del Purgatorio Eterno que habitamos

Alfa y Omega de lo creado,
Cristo, Adonai, crucificado,
Redentor del alma ingrata
de este planeta en el que penamos,
donde el odio se desata.

Te observo muerto por mis pecados,
inquiero al Cielo desesperado…
¿Quién gobernará mi barca
por las mareas del mar cristiano
en el que hallaba la calma?.

Estoy vacío porque te has ido,
por los senderos vago perdido,
sin tu luz que me acompañe;
maldito el pueblo que ha consentido
Tu Muerte como culpable.
Guillermo Rodríguez
  


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