La defensa es el alegato que se
le concede al reo y al imputado solo le queda este medio –escarniado, quizá-,
por ser libre.
Nombrar la gestión de Juan Villalba (disculpen la expresión) es como “nombrar a la bicha”. En demasiados
espacios comunes, se da por sabido que hubo improperios a cuanto dicta la
razón. El problema es que los datos que se aportan son poco esclarecedores y
que una gestión puede gustar más o menos, pero de ahí al delito camina un largo
sendero que, de ser cierto, ya habría sido recorrido con gusto por los
apóstoles cofrades, que, tal vez, con el apóstol compartan nombre y con lo
cofrade las ganas de serlo.
Hace unos días el afectado
expresaba en este medio que durante
cuatro años se llevó a cabo “la proyección externa, dando a conocer a la
sociedad los beneficios socio-económicos que las hermandades aportan a nuestra
ciudad, a la modificación estructural de la revista, la potenciación de la
música procesional con bandas cordobesas, la realización de una Obra Social
conjunta de todas las cofradías que sirva para dar sentido a nuestra
pertenencia a la Iglesia siguiendo la senda marcada por Jesucristo. Y, de un
modo prioritario, incidir en la formación de los miembros de Junta de Gobierno
para que así, puedan llevar a cabo la misión evangelizadora que las hermandades
tienen encomendada. Pero no siendo suficiente, se hacía necesario también
llevar a cabo actividades socio-culturales que entrelazaran la vida de
las cofradías con la sociedad actual”. Para muchos, eso no existió.
Tampoco existió ni se criticó a
un expresidente que recibía homenajes de políticos y, dedicado a la política,
se ha manifestado en contra de leyes que protegen la vida (ahí están las
hemerotecas). Tampoco que la gestión actual parezca más estructurada en contra
de una persona que con proyectos concretos.
Aunque no negaré que es un
acierto que se busque el corte de pregonero estilo Cremades, pues acerca al
atril a quien durante su trayectoria muestra indiferencia por las hermandades.
Otro acierto es organizar un Vía Crucis tan magno como los retrasos que se
produjeron o las culpas que se buscaron en casa ajena a las cofradías. Otro
gran acierto es que la subvención caiga en cuantía pues redundará en la calidad
de las cofradías a la hora de financiarse. Otro que gusta es suprimir la procesión de la Patrona de las Cofradías, que el 8 de septiembre es festivo y,
hay años créanme, que hasta se puede uno ir de puente a la playa y de camino
ver a la Pastora en Cantillana. Otro
acierto es reformar la sede de la Agrupación, pues genera trabajo a la
construcción. Otro más es negar a una corporación que procesione en Carrera
Oficial porque, más tarde, al darle permiso la alegría de sus cofrades es
intensa y de paso aprenden a valorar lo que han conseguido. También, y ya paro,
es ver al presidente más con la cámara que con el traje porque demuestra su
campechanía como el rey.
Parece que el fallo es llamarse
Juan Villalba. Parece que en él han buscado al Zapatero de turno a quien
echarle las culpas. Pero recuerden siempre –léanlo- como acababan las
narraciones de los chivos expiatorios. Entre tanto, seguiré nombrando a la
bicha sin rubor.
Blas Jesús Muñoz
Recordatorio El cáliz de Claudio: Los peores políticos