El próximo día 31, la Hermandad
de la Macarena no sólo celebrará los cincuenta años de la Coronación de la
dolorosa. También cerrará una etapa, de casi 57 años. Los que se ha llevado
Pepe Garduño, su vestidor, engalanando a la Virgen con su particular y ya
clásico sello. Se retira con las ideas claras, y realizando balance.
Pregunta (P): ¿Cómo está viviendo
esta conmemoración?
Respuesta (R): Con mucho trabajo.
El sábado, en cuanto la Virgen llegue a la Catedral hay que cambiarle la ropa
completa, y así dos veces más. Es un gran esfuerzo, pero da orgullo ser quien
la ha vestido en todos los acontecimientos principales del siglo XX.
P: ¿Con qué piezas del ajuar se
queda?
R: Sin duda con el manto de tisú,
tal y como va ahora. El que menos me gusta es el camaronero. Fue revolucionario
en sus tiempos, por la malla, pero hoy en día creo que hay otros mejores. En
cuanto a las sayas, me quedaría con la de «Los volantes», de Gómez Millán. La
de Elena Caro y la nueva de Paquili también son bonitas.
P: Tras casi 57 años llega la
hora de decir adiós ¿Cómo se toma esta decisión?
R: Con sentido común. La
Hermandad no quiere que me vaya, pero por mucho que me guste, la edad ya se va
notando. Es mejor retirarse en plenas facultades que aguantar un par de años y
terminar haciendo el ridículo. ¿Qué mejor ocasión que ésta?
P: A pesar de los años ¿se queda
algo en el tintero?
R: Yo no paro de probar formas de
vestirla, salen sobre la marcha. Así creé la «rosa» de encaje. A veces le
remato la toca en forma de corazón, otras de triángulo. Siempre me ha gustado
mucho innovar.
P: Seguro que hay un sinfín de
curiosidades…
R: La Macarena ha marcado mi
vida. Hizo un milagro sobre mi hija, que tuvo hidrocefalia y no había manera de
curarla con tratamientos. Y de repente le desapareció, al ponerle la venda de
la virgen. Según las pruebas médicas lo teníamos muy complicado, pero... Otro
momento que no se me olvida fue la vez que la llevamos el capiller y yo a las
Misiones de 1965, dentro de una furgoneta completamente a oscuras. Imáginate ir
abrazado a la Macarena. Eso fue impresionante.
P: ¿Es cierto que usted también
la coronó en 1964?
R: (Risas) Bueno Monreal no le colocó
la corona del todo bien. Tuve que subirme al palio para hacer como que le
ajustaba el tornillo de arriba. La Catedral estaba abarrotada y con todas las
personalidades cerca. A cada escalón que subía más me temblaban las piernas.
P: ¿Ayuda despedirse siendo el «Macareno del
Año 2013»?
R: El reconocimiento gusta,
porque el vestidor es el gran olvidado, «el tonto de capirote». Rara vez se nos
nombra. Recuerdo incluso que el día de la Coronación se llegó a publicar que
fue Juanita Reina quien vistió a la Virgen. En mi caso no me puedo quejar, pues
además de ese premio, hace unos años se me nombró Vestidor de Honor, de la
Macarena y de Los Negritos, y también tengo el Demófilo a la larga trayectoria,
la Bambalina de plata...
P: ¿Quién podría ser su sucesor?
R: Ahí no entro. Me gustaría que
fuera mi alumno, José Manuel Lozano, porque sería muy buen continuador de mi
estilo. Además, así podría seguir dando consejos, cosa que, por educación, no
me atrevería a hacer con una persona extraña. Aunque, como me dijo el Hermano
Mayor, yo siempre seré el Vestidor de Honor, esté quien esté.
P: Entonces no es una retirada
absoluta...
R: En la Estrella sí seguiré. Es
mi Hermandad, y aquello es más familiar, más tranquilo. Este sábado, cuando
vestí a la Macarena para subirla al paso, estaba la Basílica llena, y luego, cuando
sólo pueden quedarse las mujeres, yo conté 56. Yo entiendo que hay muchos
compromisos, pero eso pone nervioso a cualquiera. Además de que llegué a casa a
las 5 a.M., entre que terminó el besamanos.
P: Volviendo al futuro ¿Qué
destacaría de los vestidores actuales?
R: Me ha parecido interesante
como ha vestido este año Grande de León a la Soledad de San Buenaventura.
Antonio Bejarano también es bueno, sobre todo su trabajo con las Tristezas, y
Francisco Javier Hernández, que siguiendo el estilo de Morillo lo está haciendo
muy bien en la Esperanza de Triana.
P: Esta Semana Santa se han visto
muchos “picos” pronunciados en las dolorosas, ¿es esto una manera de postularse
como candidatos?
R: No es nuevo. Por ejemplo La
Caridad del Baratillo siempre ha copiado a la Macarena, desde que la vestía
Pérez Calvo. También lleva «piquitos» la de Gracia y Esperanza de San Roque, y
muchas más. Ojo, que yo me alegro mucho.
P: ¿Qué hay que tener para vestir
a La Macarena?
R: Arrojo. No basta sólo con ser
elegante. La Macarena exige poderío, empaque al vestirla, no quedarse a medias.
Hay que conseguir que vaya exuberante pero fina a la vez.
P: La Virgen "de Inmaculada" en
diciembre, El Señor con túnica blanca para el Viacrucis… La nueva priostía
parece ser más "atrevida" de lo habitual, ¿Cómo es su relación con ella?
R: Buena porque no me coartan, me dicen la idea y
las prendas que quieren usar y yo tengo con carta blanca. De hecho me han
pedido que vuelva a mis orígenes, al encaje abundante, a los «pechos amplios»,
a los volantes. Ha habido una época quizás más comedida, vistiendo a la virgen
«más estrechita». Eso ha cambiado. Yo estoy poniéndola como en los años 60, 70,
y están locos de contentos.
P: Parece entonces que su sucesor
no presentará a la Macarena al estilo romántico, con tocas “de tablas” y líneas
rectas.
R: Eso es moda últimamente,
aunque a mí no me gusta. Lo difícil es que el encaje quede suelto. Las tablitas
son cuestión de paciencia. Un prioste me pidió vestir a la Macarena con una
toca que parecía «Cleopatra», y yo me negué, aunque a veces hay que transigir.
No sé lo que hará quien venga detrás de mí, pero la Junta quiere potenciar el
estilo de mis primeros años, el estilo de la Macarena de siempre.