Una vez más, cito a la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium del Papa
Francisco. “prefiero una Iglesia
accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia
enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades”.
Tengo la sensación de que muchas veces las Hermandades (sus Juntas de
Gobierno) permanecen encerradas en sí mismas, elevadas a unos altares
imaginarios que ellos mismos han erigido. De nuevo olvidando que los únicos que
han de permanecer en los altares son los Sagrados Titulares de cada
corporación.
Es hora de hacer una reflexión conjunta. Para ello, hay que partir de la
base de que nadie, absolutamente nadie, está en posesión de la verdad absoluta:
todo son puntos de vista, distintas perspectivas de enfocar la realidad,
realidad cofrade en este caso. También es necesario y sano pensar que las
respectivas Juntas de Gobierno trabajan siempre por y para el bien de la
Hermandad correspondiente. Aunque a la vista está que esto no siempre es así y
muchas veces se busca el lucimiento personal, pero dejémoslo ahí, pensemos
bien.
Me gustaría invitar a todos los cofrades (estén en Juntas de Gobierno o
no) a salir de sus encierros y sus comodidades: despójense de esa absurda posesión
de la verdad absoluta. No pasa nada por reconocer los fallos propios o por
reconocer los ajenos, ¿dónde está el problema en que se realice una crítica
hacia algún aspecto de otra Hermandad? Si está fundamentada y se hace desde el
respeto y, sobretodo, con una intención constructiva… Bienvenida sea. La
variedad de perspectivas sólo significa una cosa: riqueza. Quien desprecie la
riqueza… debería alejarse de una Hermandad. Todo el mundo tiene derecho a
expresar su punto de vista siempre que se haga de una forma respetuosa y sin
pisar los derechos del prójimo, claro está. Los tiempos de censura pasaron para
no volver. No se empeñen.
Nadie es perfecto, todos tenemos el derecho a equivocarnos pero el deber
de reconocer el error. Es hora de asumirlo y perder ese miedo al qué dirán. Es
obvio que un Hermano Mayor y el resto de su Junta se deben a sus hermanos, pero
principalmente se deben a sus titulares. Y, como me decía un buen amigo de mi
Hermandad, Ellos llevan ahí desde muchísimo tiempo, han tenido cerca de
multitud de secretarios, tesoreros, fiscales, hermanos mayores, bandas,
priostes… Y nada ha cambiado, puesto que la esencia de cada Cofradía permanece
inmutable en el interior de las representaciones de Jesús y María que cada
Hermandad posee.
Todos estamos de paso, lo que nunca cambia son Ellos. Nuestra obligación
es prestar el mejor servicio que podamos hacia nuestros titulares y el resto de
hermanos de la Hermandad. Salgan de sus encierros y sus comodidades, la Iglesia
está en el pueblo y no en ningún altar imaginario.
Bendita locura.
José Barea
Recordatorio Verde Esperanza: Desde ahí arriba...