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viernes, 6 de junio de 2014

Doñana: Solidaridad manriqueña



Villamanrique sabe recibir como nadie a las hermandades. Son hermanas y muchas de ellas, ahijadas. Ya sean más o menos veteranas, el paso de los diferentes Simpecados ante la parroquia de Santa María Magdalena sigue siendo un espectáculo único en el mundo en el que los rocieros dejan rienda suelta a sus sentimientos para dejar constancia de que el camino del Rocío es fe y devoción. No es otra cosa.

El jueves de romería es día grande en Villamanrique. Su hermandad, la Primera y Más Antigua, abre sus brazos y cede esos siete escalones de la gloria para que todos los Simpecados puedan estar lo más cerca posible del suyo. Puede parecer simple, pero sólo unos minutos con los rocieros manriqueños sirven para aprender y comprender muchas de las cosas que hacen que esta fiesta, esta romería, sea tan universal. Y  la primera de ellas es la solidaridad manriqueña. Siempre tienen un buen gesto con el prójimo, dan alivio al peregrino que llega cansado y abren las puertas de su templo para todo aquello que necesiten. Jornadas como estas son las que hacen grande El Rocío.

La mañana de emociones comenzó bien temprano. Miles de peregrinos del Aljarafe sevillano se iban acercando poco a poco a la vieja Villa de Mures para saludar a la Primera y Más Antigua. Olivares y Salteras fueron las primeras, a las que siguió Coria del Río. Este pueblo se queda casi vacío los días de romería y buena prueba de ello fue contemplar la estampa del paso de su Simpecado por la plaza de España para saludar a Villamanrique. Lo mismo ocurrió con otras dos localidades cercanas: Palomares y la Puebla del Río. Mucho Guadalquivir para rendir tributo a la Blanca Paloma. Con la hermandad de este último pueblo, además, peregrina la Asociación de Brasil, una muestra más de la universalidad de esta romería.


Tras Aznalcázar y San Juan se plantaron ante la parroquia de Villamanrique las hermandades de Espartinas y Albaida. Ésta cumple su primer camino como hermandad filial y caminaba de la mano de su madrina. «Es nuestra madrina y nos ha enseñado mucho todos estos años que hemos ido con ella», explicaba un emocionado romero del pueblo de Albaida.

Tras el receso del mediodía Villamanrique continuó recibiendo a las hermandades en su parroquia. El sol pegaba con fuerza pero eso no restó la mínima intensidad a las emociones. Todo lo contrario. Las estampas de sufrimiento y las caras de cansancio de todos los peregrinos dejaban aún más patente que en el Rocío se goza, pero también se sufre.

Uno de los momentos más emotivos llegó con la hermandad de Mairena del Alcor. Los carreteros, herederos de una de las grandes sagas de boyeros de la provincia –los makarines– subieron los porches manriqueños demostrando cómo se ordena y manda una yunta. Y de paso, pusieron bocabajo la plaza de España cantando a dúo cuatro palos de sevillanas con un deje muy especial sin quitar la mirada de la Virgen del Simpecado y con sus corazones bombeando sentimiento tras sentimiento.

Tras la hermandad de los Alcores llegó el turno para la Macarena, otra de las grandes de la capital sevillana. Como era un año especial porque cumple sus bodas de plata como hermandad filial subieron también los porches, algo que no suele hacer habitualmente por el excesivo peso tanto de su carreta como de su Simpecado. Estas dos semanas, los macarenos de corazón están viviendo unos días tremendamente intensos que ninguno de ellos podrá olvidar en mucho tiempo. Y así se encargaron también de recordárselo a la Primera y Más Antigua.

Las mismas sensaciones, o puede que incluso mayores, siguieron con el resto de hermandades. Carmona, Morón, Tocina, Gines, Santiponce, Valencina, Dos Hermanas y Utrera. Santiponce también celebra este camino sus bodas de plata como hermandad filial y bien que lo celebró en los porches. Un rosario de sevillanas, a cada cual más sentida, que sacaron las lágrimas de las cientos de personas que estaban viviendo esa vivencia histórica.

Y mientras, la hermandad de Villamanrique continuaba ofreciendo a todos los peregrinos lo mejor que tiene cualquier rociero que se precie: solidaridad. Que sea por muchos años.








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