– Vengo a pedir trabajo. – Lo siento, miarma, pero este año no hay hueco.
Esta conversación se repite en cada igualá, una y otra vez. El aspirante acude humilde, con el costal bajo el brazo, a pedirle al capataz poder entrar en la cuadrilla y, en la mayoría de los casos, la respuesta siempre es la misma: "Ya no cabe nadie más". Y es que el boom que se está viviendo en los últimos años en el mundo de las trabajaderas, sumado a la buena condición física de las cuadrillas, está haciendo que el relevo generacional no se esté produciendo y que, en algunos casos, los capataces se vean obligados a realizar un plan renove.
Hasta diez años puede tardar un costalero en entrar en algunos pasos. Pasión en Sevilla ha entrevistado a cuatro de los capataces más importantes de la Semana Santa para hacer una radiografía del mundo del costal en la actualidad. De esta forma, Manuel Villanueva, Antonio Santiago, Rafael Ariza y Paco Ceballos coinciden en afirmar que tienen un problema.
Si bien es cierto que la abundancia tiene mucho de positivo, ya que el nivel de las cuadrillas es inmejorable, también tiene de negativo el overbooking que se produce en cada igualá, donde llegan a presentarse más de un centenar de aspirantes, de los que sólo pueden acceder finalmente dos o tres cada año.
Antonio Santiago pone como ejemplo el de la Macarena: "Es el lugar donde van a acabar sus días como costaleros y apuran hasta el final". Este capataz apunta además al hecho de que "hay más gente y pueden aguantar más y la técnica ha mejorado muchísimo. Tengo costaleros que dicen que les pesan menos los pasos conforme van pasando los años. Sería un error estancar las alturas de las cuadrillas, cuanto mejor distribuido esté el peso mejor, y hay que ir adecuándolo".
En este sentido, Rafael Ariza señala que "los pasos pesan mucho menos que antes. La gente se cuida más y con 45 años están perfectos, aunque esto no es algo sólo de ahora. En la época de mi padre y mi abuelo, “El Cerrojo” estuvo sacando pasos con 70 años, descargaba un camión lleno de sacos de harina. Antes se incorporaban a la cuadrilla con 16 años y no se iban hasta los 60". Era otra época, aunque el jornal que se ganaban influía mucho, ya que sacando pasos podían llevarse el pan a la boca.
Por su parte, Manuel Villanueva comenta que "si metes a un costalero que tiene unos 20 años, hasta los 45 años no se retira. Es un problema generalizado". La climatología también afecta. Rafael Ariza asegura que "hay costaleros rondando los cincuenta y pico años que llevan años diciendo que ésta es su última salida, y como no para de llover, no se retiran". Ariza se refiere concretamente a tres cofradías muy castigadas por la lluvia últimamente: la Hiniesta, San Esteban y la O.
¿Cuadrillas triplicadas?
Ninguno de los capataces consultados es partidario de tener tres cuadrillas para un mismo paso, aunque es algo que ya se hace en alguna que otra cofradía de barrio. Villanueva indica que no era partidario, ni siquiera, de duplicar las cuadrillas. "El misterio del Desprecio de Herodes de la Amargura fue de los últimos que se doblaron en Sevilla, y lo tuve que hacer porque, en las igualás, había chavales que me decían que había hueco y yo decía que no doblaba la cuadrilla... hasta que tuve que hacerlo porque me di cuenta de que la demanda era muy grande".
Ariza también era enemigo de doblarlas, y partidario de llevar "dos o tres relevos como mucho". "Lo que me abocó a doblarlas fue la demanda de gente pidiendo trabajo, me daba vergüenza ver a chavales que se llevaban con nosotros diez años ensayando y no podían entrar".
"El palio de la O no lo doblé hasta el año de la coronación, es un paso al que le tengo mucho respecto porque es de los que da jabón –hay quien le llama “el camión” por lo que pesa– y, al coincidir que es Viernes Santo, muchos venían de sacar 4 o 5 cofradías, y era muy duro".
Una cuadrilla triplicada "tiene el problema de que el costalero no puede estar mucho tiempo fuera del paso. De hecho, yo intento promediar los tiempos de los relevos con las distancias para que el tiempo que estén fuera no sea excesivo y se enfríen, además de que pueden desconectar", afirma Antonio Santiago.
Paco Ceballos, el capataz del misterio de las Tres Caídas de Triana, tampoco es partidario, ni tampoco de los picos –costaleros que van sin relevos y que se meten debajo sólo en algunas chicotás–. "Normalmente no soy partidario de los picos, a lo mejor a alguno se le deja un trabajo y es un momento para que vayan aprendiendo".
El plan renove de Paco Ceballos. Probablemente sea la cuadrilla más mediática. Sólo hay que ver las visitas que tienen en Youtube los vídeos del misterio de las Tres Caídas. Y es por eso por lo que, probablemente, sea uno de los pasos con más aspirantes.
Pueden presentarse cada año entre 250 y 300 hermanos, que son igualados por el capataz "por deferencia". "Hay veces que terminamos a las dos y media de la mañana, es un día malo porque tienes que dejar fuera a gente que lleva muchísimos años viniendo".
Son 300 personas que aspiran a dos o tres puestos. Por ello, Paco Ceballos ha puesto en marcha un plan renove. "La cuadrilla tiene una edad, una media de 37 años, y poquito a poco hay que ir renovando a la gente de abajo, como los equipos de fútbol. El tema está en que es decisión del capataz: primero por la edad, las condiciones físicas y por los años que lleva. Yo aviso dos años antes al costalero, se consensúa con él y en el 99% de los casos no hay ningún problema".
Villanueva también va renovando sus cuadrillas, "quitando gente con cierta edad, que van perdiendo poderío físico, y metiendo gente joven". Ariza, por su parte, señala al respecto que "no me ha llegado el caso de invitar cariñosamente a ningún costalero a irse".
"Somos muy escrupulosos y enseñamos a la gente, así no hay que echar a nadie. El costalero por naturaleza es honrado y sabe cuándo debe marcharse". De esta forma, Rafael Ariza dice, en lugar de esto, que "voy compensando con los relevos".
"Si veo que alguien no está al 100% pero es válido por su experiencia, meto a un chaval para que comparta relevos con él hasta que se retire, y el joven ocupa así su puesto". "Hay que ser muy cariñoso y justo porque hay costaleros que llevan 20 o 30 años y que han estado en momentos muy complicados, cuando hacía falta gente de verdad", sentencia.
Antonio Santiago también va en la misma línea: "yo en general les digo que tienen que ser honrados si sus facultades están limitadas". Requisitos para entrar: "Estar, ir". Así lo resume Antonio Santiago. "Hay muchos momentos, durante los ensayos, que por traslado laboral o por enfermedad no pueden salir, y es una posibilidad de entrar".
"Hay quien esto le surge en plena época de ensayos", indica. En la misma línea va Paco Ceballos, que tiene muy en cuenta el apego a la cuadrilla. "Por ejemplo, cuando se celebró el acto en Fibes organizado por las cuadrillas de la Madrugada, hubo muchos aspirantes que echaron una mano, y eso se valora", apunta.
Villanueva, por su parte, señala que "si da la coincidencia de que lo conozco y sé que es un buen costalero, ya tiene el requisito cumplido. Si no lo conozco, y veo que tiene hechuras, lo pruebo. Con gente que no ha sacado nada es complicado. Hace tiempo me dedicaba a enseñar a gente y hoy no te da tiempo. Para enseñar a un costalero tienes que mantenerlo ensayando dos o tres años hasta que entra".
En el caso de Ariza, "no veo muchas diferencias entre antes y ahora. Hoy en día, un costalero es exactamente igual que hace 50 años. Me da alegría ver cómo vienen chavales con la misma humildad de antes, con el costal bajo el brazo, a pedirme trabajo. Esa es la forma más fácil de llegar. Yo igualo a todo el que llega, entrenan todos y voy cubriendo las bajas con los que llevan ensayando algunos años".
Recordatorio Un casting para ser capataz