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domingo, 27 de julio de 2014

El cáliz de Claudio: El llamador y la Serpiente


Recuerdo aquella frase de Fabio Capello que venía a decir algo así como "hablo con el entrenador no con el traductor". Y, que ironía, ahora me toca a mi usarla. No es que quiera ajustar cuentas como Quique González, si fuera así, el poso amargo de este cáliz sería exclusivo, pero como un buen capataz, aun me queda dar el giro, o la vuelta, rapidito y mandar a la cuadrilla que alargue el paso.

Y, así, aparece el asunto que hoy me ocupa. El capataz, cuya figura está en decadencia. Aunque vean un boom, un auge inusitado de costaleros, esa es la primera señal del ocaso.

Hay magníficos capataces, no sólo en Córdoba. Pero su estatus está en tela de juicio. Después del estallido viene la destrucción.

Hay alguno que, pese a lo que muchos quisieran, el homenaje le fue bien porque, en esta ciudad estar expuesto al público un cuarto de siglo es una eternidad. Una eternidad repleta del protagonismo que le han dado otros a los que, seguramente, les gustaría estar en su lugar, sino físico, sí relevante. Sin saber que el buen capataz, aunque esté en el pensamiento de todos, él solo hace su trabajo sin más.

Esa es una parte de su perfil. Pero nunca ha sido demasiado entendida por estos lugares. Una parte del todo de un oficio que no consiste más que en servir a las cofradías; en pasear a Dios y a su Bendita Madre. Y, para colmo, el capataz del que les hablo -el que a más cofradías sirve en cantidad y calidad- realiza siempre un trabajo impecable.

Eso aquí no se perdona. Cuando estás arriba siempre hay mediocres que quieren verte hundido. Creo que lo he dicho alguna vez. Hay gente que solo puede aspirar a ser algo viendo hundidos a los demás. Si bien, su dicha en este caso parece muy lejos de consumarse.

Y así nos hemos vuelto a ver durante los últimos meses, observando un mercado de fichajes, al que solo le ha faltado un bocado en el cuello de alguien. Aunque quién sabe si no lo habrá habido. Dimisiones y expulsiones que ha marcado la primavera y puede que haya más porque, como decía el maestro Santiago, el llamador está rodeado por una serpiente de la que te tienes que cuidar para que no te pique. Y a más de uno le ha mordido tanto que ya es inmune al veneno.

Nos gusta copiar lo malo de la política, el famoseo, el fútbol... Ahora parece que solo nos faltan agentes Fifa para que el mercado del costal tome empaque. Con las bandas, ya la cosa toma aires de champions. Madrid, Barça, Chelsea o Bayern incluidos. Aunque habrá que saber quién es quién porque más de uno en su delirio se cree Pep Guardiola.

Mourinhos mal encarados hay muchos y, como José, dejan que el segundo salga en rueda de prensa. El segundo es socorrido, pero no es el titular. Si no me creen, pregunten a cualquier capataz.

Blas Jesús Muñoz










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