En esta época estival de
vacaciones me vienen a la memoria evocaciones de la infancia de la que se
guardan los mejores recuerdos, tal vez por ser propios de una edad en la que el
ser humano recorre su estado más puro e inocente, tal vez por ser aquellos que
se atesoran con más ternura.
Este candil de hoy que
ilumina mi relato me traslada a esos veranos en la provincia de Almería, tierra
de mi familia paterna, que tanto disfruté siendo una niña. Cuando llegaba cada
año a casa de mis abuelos en la pequeña aldea de “Los Porteros” que fundara mi
bisabuelo en el término municipal de Tíjola, el tiempo se detenía: el cielo y
el aire, el olor y el sabor, todo era distinto y mágico… Mi admiración por la
naturaleza y mi pasión por los animales y los libros eran acontecimientos
decisivos en mi niñez.
Lo más probable es que
nuestra infancia haya marcado en algún espacio lo que somos hoy en día, dejando
huellas que continúan vigentes y rememorar buenos momentos nos concede
unos minutos de nostalgia y afecto que nos equilibra y llena de ánimos.
Y recordando esos
veranos no puedo dejar de mencionar al Santísimo
Cristo del Bosque de Bacares, municipio también de la provincia de Almería
situado en la comarca del Valle del Almanzora, que no procesiona en Semana
Santa pero es tal su trasfondo histórico
y devocional que bien merece una referencia.
Miles de personas se dan cita cada 14 de
septiembre para ver procesionar a su Cristo y acompañarlo hasta ese espléndido
paraje que denominan “El Bosque”, lugar donde, según cuenta la tradición,
apareció la imagen divina y donde se ubica la ermita.
La leyenda cuenta como
esta imagen apareció en un lugar alejado de la villa, en medio del bosque.
Algunos autores señalan que la escultura original pudiera ser de Alonso Cano
pero fue destruida casi en su totalidad en la Guerra Civil Española,
conservándose actualmente solamente el brazo izquierdo. La reproducción guarda
gran parecido con la talla original, integrando dicho brazo. Según algunos
testimonios de la época fueron artesanos imagineros de Baza quienes a mediados
del siglo XX realizaron la nueva talla. Según el pergamino encontrado en la
escultura al proceder a su restauración, hecha por el escultor José de Almunia
en 1866, el autor es Juan Ladrón Freila, entre 1622 y 1627. La talla es de
estilo barroco.
La iglesia de Santa
María, donde se venera, fue construida entre los años1502 a 1505 por el marqués
de Bacares, don Gutierre de Cárdenas, y su esposa doña Teresa Enríquez. Fue
quemada por los moriscos y restaurada por los hijos del Marqués en 1581. Su
artesonado, recientemente restaurado, es mudéjar, de gran belleza. El templo
aparecía con paredes totalmente desnudas y blancas, que hacían resaltar la
figura morena del Cristo.
Es grande su fama de
curar enfermedades y atender peticiones personales de sus devotos, de proteger
a sus vecinos de las inclemencias meteorológicas y de satisfacerlos con lluvia
en época de sequía.
Unos peregrinos llegan
caminando desde rincones muy lejanos para cumplir sus promesas, otros lo hacen
en vehículos para pasar toda la noche rezándole a su Señor y otros se afanan
por llegar a tiempo a fin de situarse en el mejor sitio para ver ese momento
tan mágico en el que los fieles sacan a hombros al Santo Cristo del templo.
El Santo Cristo del Bosque de Bacares sigue siendo un fenómeno social
y una manifestación de fe que une y congrega a cientos de personas. En el
municipio de la Sierra de Los Filabres se da el encuentro que aúna lo
religioso, artístico, social y lo lúdico festivo, sin llegar a alterar el
sentido piadoso de quienes en silencio, descalzos o acompañando a algún enfermo
que recibió la ayuda del santo admirado, cumplen la tradición y ruegan la
bendición del Santo Cristo.
Un icono sacro que junto
al Cristo de la Luz de Dalías es,
sin duda, el más venerado de la geografía almeriense.
Mª del Carmen Hinojo Rojas
Recordatorio El Candil: Una luz en mi recuerdo