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miércoles, 20 de agosto de 2014

El Análisis: Carteles y pregones


2 son multitud era el título de una gira que llevaron a cabo hace unos años Calamaro y Fito. Esa regla no es aplicable al mundo cofrade porque, entre carteles, pregones, exaltaciones, charlas, mesas redondas, más pregones, más carteles, presentaciones, presentaciones de carteles… en cofradías, ni un millón es multitud.

No sería objeto del análisis de un año, sino el del conjunto de un ciclo en el que se ha abusado tanto de la imagen y la palabra que, para que aparezca algo que realmente sorprenda, es más fácil encontrar a Wally en una concentración de aficionados del Granada (que, para el que no lo sepa, viste similar).

Si algo nos ha dejado este curso es una muestra inequívoca del nivel que se ha establecido para ocupar el atril del Gran Teatro. Si, como en un capítulo de su programa en Canal Sur, el Señor Cremades hubiera salido al escenario vestido de astronauta hubiera dado igual, quienes querían a un personaje mediático no estaban para pequeñeces. Así, la conclusión que quedó bajo el atril no puede ser otra que de poseer la certeza de saber que de un pregonero “no hay que esperarse un pregón que cuente la Semana Santa como un cofrade (…) No pertenezco a ninguna hermandad, no soy religioso, ni historiador, ni poeta, así que no hay que esperarse de mi un pregón que cuente la Semana Santa como un cofrade, ni una exaltación poética.”

Este es el nuevo perfil –o no tanto- que ahora se busca, se persigue y se desea. Según se desprende de ciertos mentideros cofrades, Carlos Herrera es el anhelo y el próximo objetivo de nuestros dirigentes. Sería otro guiño a Sevilla, si tenemos en cuenta que es la misma ciudad donde reside Cremades. Si bien, este último allí no es muy probable que pregone, mientras, traer al primero, supondría conformarse con el sucedáneo del chocolate porque el original nos pilla demasiado lejos.

Asunto y acierto fue el caso del Pregón de las Glorias que pronunció Miguel Ángel de Abajo. Las Glorias, sin duda, están de enhorabuena si comparamos su cartel anunciador con el de Semana Santa. 

La cartelería siempre ha resultado un tema espinoso, aunque si comparamos las pinturas de un período no tan lejano con los montajes digitales de estos dos últimos años la nostalgia aparece.

Una cartelería tan extensa como para empapelar la ciudad entera que encontró en el cartel anunciador del Traslado a San Agustín de las Angustias el mejor exponente (el mejor cartel) de un curso en que la imagen no ha brillado lo que debiera.

Inventar está todo inventado, pero ¿acaso no podemos mejorar? Y, por si a alguien se le ocurre insinuarlo en alguna red social, no tengo ambiciones de atril porque uno ya lo ha probado y, la verdad, no es para tanto. 

Blas Jesús Muñoz







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