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miércoles, 20 de agosto de 2014

La Madrugá italiana, una góndola de plata


Reproducimos íntegramente el magnífico y sorprendente artículo de Javier Blanco para Pasión en Sevilla en el que establece curiosas vinculaciones entre la Semana Santa Sevillana y la ciudad de Venecia. No dejen de leerlo.

Gente de Paz


Unos ocho minutos y medio. Ése es el tiempo en el que Abel Moreno recogió, compás a compás en cada instrumento, los latidos de Sevilla bajo la luna de Parasceve en su magistral poema sinfónico “La Madrugá”.

Unos sones más que evocadores que se antojan metáfora casi perfecta de la noche del Jueves al Viernes Santo, de la que se reproducen algunos de sus mágicos fotogramas –o al menos se intuyen notables similitudes exprimiendo la imaginación– en muchos de los infinitos recovecos de las ciudades que conforman el tridente turístico italiano por excelencia: Venecia, Florencia y, cómo no, Roma. Hasta unas 25 veces consecutivas podría escuchar en sus auriculares, a riesgo de hastío, la soberbia obra maestra del mejor Abel Moreno en las casi tres horas de vuelo que separan Sevilla de Treviso.


Ésa es la población más cercana a Venecia en la que podrá aterrizar con la compañía de bajo coste de siempre, ya que no hay otra opción de viajar a Italia desde el aeropuertovintage de San Pablo. Siempre se dijo al volante: lo importante es llegar. Y más si es para encontrar jirones de nuestra Semana Santa en la Ciudad de los Canales e inmortalizarlos con la cámara, retenerlos en la memoria y guardarlos en el corazón. Como en la Madrugá. Como en la música de aquel poema.


El palio de Venecia

“¿Cómo sería una procesión en Venecia?”, preguntaba a los oyentes el periodista Valentín García el Domingo de Ramos de hace un par de años en una transmisión radiofónica. Estos bromeaban: “Los costaleros se tendrían que vestir de buzos”, decía uno, a lo que el redactor a pie de calle añadía: “Quizás un Vía Crucis con la imagen en una góndola, con la banda en la orilla del canal”. El locutor sentenciaba: “Nos dicen que no hay nada parecido, pero no me digas que no sería bonito, como se hace aquí en las localidades marineras con la Virgen del Carmen”.
  
La ciudad del carnaval dieciochesco, del Festival de Cine “de los leones alados”, del explorador Marco Polo, de pintores como Tintoretto y Tiziano, cuna de la música de Vivaldi y epílogo de Wagner... es hoy un auténtico laberinto acuático en peligro de extinción, envuelto en la atmósfera decadente que sucede siempre al esplendor que se aleja.

También una especie de parque temático al servicio del turismo desenfrenado, y sin embargo, muy recomendable. Entre sus más de cien islas contiguas y 150 canales cruza dos por unos 400 puentes destaca la inmensidad de la plaza de San Marcos, centro artístico de la ciudad donde se eleva la portentosa basílica de nombre homónimo. La catedral de Venecia es, sin duda, uno de los testimonios más bellos de la arquitectura bizantina, muy prolífica en esta zona del Adriático gracias a las excelentes relaciones comerciales con Constantinopla, además de otra fuente de inspiración de un estilo de concebir los pasos de palio sevillanos, en concreto, de uno: el de la Virgen de la Concepción, del Silencio.


El descubrimiento

Muy ligado al arte religioso, con mosaicos tan conocidos como el Pantocrátor o los innumerables iconos de la Virgen del Perpetuo Socorro el original se venera en la iglesia de San Alfonso, en la vía Merulana de Roma, muy cerca de la basílica de Santa María la Mayor– el estilo bizantino ya había sido utilizado en Sevilla durante el siglo XIX.
  
Los diseños en ese sentido de la bordadora Herminia Álvarez Udell para el palio de la Virgen del Patrocinio, de la hermandad del Cachorro, a principios de los años 20, despertaron el interés del por entonces inexperto orfebre Cayetano González por explorar las suntuosas vías de ornamentación del estilo bizantino.
  
María Victoria García Olloqui, en su libro Orfebrería sevillana, apunta que “Cayetano González debía haber estado en contacto con la hermandad del Silencio antes de trabajar para ella como orfebre al hacer los respiraderos en 1928, ya que hemos recibido informes de que unos años antes, en los talleres de fundición de Carlos González, el tío de Cayetano, la cofradía había confeccionado una candelería de metal cincelado y baño de plata, inspirada en la Capilla Real sevillana”.
  
Así pues, en su primera obra como orfebre, el paso de palio de la Virgen de la Concepción, Cayetano González se inspiró en las artes de Bizancio, sobre todo en la basílica de San Marcos de Venecia. No obstante, este altar efímero combina además elementos renacentistas y decoración de inspiración románica.

Los bordados del techo de palio, los faldones e incluso los ricos vestidos de la Virgen y San Juan, en cambio, parten de cánones barrocos con motivos mudéjares, dibujados por Herminia Álvarez Udell, hermana de la cofradía, y confeccionados por el taller de Hijos de Miguel Olmo. Esta profusión de estilos, según García Olloqui “tan distintos entre sí, y sin embargo tan bien armonizados, hacen un conjunto tan bello que parece como que un estilo está hecho para otro y todos ellos se complementan”, y añade una definición del propio Cayetano González: “Algo así como nuestra Giralda sevillana”.

Crestería del palio de la Virgen de la Concepción


Detalle a detalle

La catedral de Venecia, en plena restauración por fases ahora están remozando la cúpula y las pinturas del ala izquierda de la fachada cuenta con una gran cantidad de mosaicos bizantinos que representan pasajes del Antiguo Testamento, las doce grandes fiestas del año y la vida de la Virgen María.
  
El orfebre Cayetano González asumió esta última idea y representó, con relieves sobredorados en la crestería de medio punto del techo de palio, el Nacimiento de la Virgen, la Anunciación, la Visitación, el Nacimiento de Jesús, la Sagrada Familia, la Despedida de Jesús antes de marchar a su Pasión, la Calle de la Amargura y la Crucifixión. Un total de 16 piezas, rematadas por jarras de azucenas verdes, en las que se pueden contemplar, asimismo, otras escenas como el Descendimiento de la Cruz, la Piedad, la Dormición de la Virgen, el Tránsito, la Coronación o la Asunción, que incluye en incrustaciones de cristal de Bohemia.
  
El orfebre sevillano prefirió así la calidad y el brillo de las gemas checas a la prestigiosa artesanía vidriera de Murano, la famosa isla veneciana donde se concentran algunos de los mejores maestros cristaleros de Europa desde la Edad Media, principales competidores de Bohemia. En su citado libro, la profesora García Olloqui sostiene además que la idea de elaborar un palio de crestería con motivos curvos por arriba responde quizá al deseo de dar “réplica a los palios que el gran bordador Juan Manuel Rodríguez Ojeda estaba haciendo en aquellos momentos.
  
En 1929, Rodríguez Ojeda había hecho el palio para la Virgen del Refugio de la hermandad de San Bernardo que presenta un esquema semejante, en sus partes frontal y trasera, al de la Virgen de la Concepción del Silencio”. Así comenzaba, con esa joya de la orfebrería Sevillana de aires venecianos, la dilatada carrera de Cayetano González, sin duda, el gran profeta de la talla sobre plata de la Semana Santa.
  
Apenas dos horas antes de poder contemplarla en procesión, en el crepúsculo del Jueves Santo, otro de sus trabajos, probablemente su obra maestra, recorre también las calles de Sevilla: se trata del paso del Señor de Pasión, donde el relieve en argento adquiere su máximo nivel de detalle.

Y así, con el consuelo de que la Virgen de la Concepción navega en una auténtica góndola de plata cada Madrugá, concluye nuestra inolvidable visita a Venecia para continuar buscando en la Toscana más retazos de la noche más hermosa de Sevilla.


Basílica de San Marcos









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