En
recientes fechas algunas de nuestras Hermandades han visto cómo se prorrogaban
los mandatos de sus respectivas Juntas de Gobierno ante la ausencia de
aspirantes al cargo de Hermano Mayor. Es incuestionable pues que, sobre las
mismas, se cierne la sombra de un espectro realmente aterrador… Y ustedes pensarán
que, evidentemente, estamos haciendo alusión al nombramiento de una Junta
Gestora cuyos componentes –todos ellos ajenos a la propia Hermandad, claro-
serán elegidos directamente por la autoridad eclesiástica pertinente. ¡Pues no!
La experiencia de tiempos pasados así como la más reciente actualidad pone de
manifiesto que hay amenazas a las que temer muchísimo más que a cualquier
Gestora, aunque la misma estuviera conformada en su integridad por habitantes
de un pueblo de demonios. En efecto: nos estamos refiriendo a esas pesadillas
errantes en que se erigen los antiguos Hermanos Mayores.
Hace no
muchos años el ex Presidente del Gobierno Felipe González se calificó como “un
jarrón chino grande en un apartamento pequeñito”. Decía el bueno de Felipe que
se supone que el jarrón tiene un valor, con lo cual nadie lo quiere romper y
echarlo a la basura aunque, no obstante, allá donde se pone estorba. Esto mismo
se podría aplicar a tantos y tantos antiguos Hermanos Mayores… ¡Hasta miedo da
siquiera esbozar una exigua relación de los mismos! Al lado de estos los cuatro
jinetes del Apocalipsis de San Juan se me antojan inocentes niñas comiendo
manzanas de caramelo montadas en unos relucientes caballitos ponis.
La
temida aparición de las viejas glorias de la Cofradía suele venir marcada por
el diagnóstico sobre el estado de la Hermandad que las mismas suelen realizar y
difundir entre sus antiguos camarillas. Tras la misma se relacionará una
retahíla de historias (frecuentemente con guiones propios de películas de ciencia
ficción) para intentar sostener que los años de su mandato supusieron la “era
de oro” de la Hermandad y que, después de la misma, la corporación se sumió en
el caos más absoluto. Finalmente se plantearán las soluciones que el experto en
cuestión vendrá a poner sobre la mesa y que, en resumidas cuentas, se
concretarán en dos propuestas muy básicas:
1.- Es
necesario que se presente Fulano a
quien el propio experto se prestará a apoyar o asesorar (bien desde la propia
Junta o bien desde fuera).
2.- En
contra de su deseo -según sus propias palabras, tan falsas como una moneda de
0,75 €- el antiguo Hermano Mayor anunciará su disposición a presentarse a las
elecciones para regir los designios de la Cofradía en esta época de vacas tan
flacas.
A partir de aquí a los hermanos solamente les resta
sufrir… a no ser que alguno de ellos, viendo lo que puede venírsele en lo alto
a la Hermandad, se decida a dar un paso adelante para evitar que la vieja
gloria en cuestión tome las riendas de la Cofradía y la rija aplicando sus
recetas decimonónicas. Eso, claro, suponiendo que el personal no esté ya hasta las
mismas narices y le dé ya lo mismo ocho que ochenta. Peligroso que una
Hermandad esté así…
Viendo
pues cómo se le está poniendo el ojo a la yegua, todos aquellos que intuyen más
o menos cerca la llegada de una Junta Gestora a su Hermandad podrían incluso
respirar aliviados ¡Piensen que casi seguro sería muchísimo peor el retorno de
las viejas glorias! Señor, ¡líbranos del mal!
Marcos Fernán Caballero
Recordatorio Candelabro de cola: Antología del despropósito (Acontecimientos cofrades de difícil justificación) (II)