Una de las tradiciones de la Semana Santa más respetadas por los malagueños es la liberación de un preso por parte de la Cofradía de El Rico. Esta famosa y romántica costumbre se remonta al reinado de Carlos III. Por entonces, según cuenta la leyenda, una epidemia de peste noqueó a la ciudad andaluza y las imágenes se quedaron sin hombres suficientes que las procesionaran, lo que provocó que fueran los reos de la prisión provincial quienes cargasen con los titulares de la hermandad. Tras la procesión, uno a uno, sin ninguna ausencia, los presos volvieron a la cárcel por su propio pie.
Aquel gesto fue el inicio de esta emocionante tradición, que se ha mantenido con el paso de los años. Existe, sin embargo, una curiosa y excepcional anécdota en torno a este hecho. Un año, cuenta una historia transmitida de forma oral entre los hermanos de la cofradía y rescatada por José María de las Peñas, se rompió el protocolo por el que el preso liberado desfila junto a la comitiva de El Rico hasta su encierro. El indultado de aquel año, cuya fecha exacta se desconoce, había iniciado la marcha tal como ordena la tradición. Se había despedido del director de la cárcel con un sentido abrazo y, con el cirio de penitencia, comenzó a procesionar junto a la imagen de El Rico.
Poco después de haber empezado el recorrido, el hermano mayor se percató de que le faltaba su reloj de bolsillo. Los guardias que acompañaban la procesión registraron entonces al preso liberado, que resultó tener el reloj hurtado en uno de sus bolsillos. Fue el único año que El Rico recorrió las calles de Málaga sin su liberado, que enseguida fue enviado de nuevo a la cárcel.
Más allá de la veracidad o no de esta anécdota, de la que no hay documentación alguna, lo cierto es que la tradición permanece ininterrumpida y la marcha del preso junto al resto de la comitiva de la cofradía en el Miércoles Santo es uno de los momentos álgidos de la Semana Santa malagueña. En los últimos lustros, SUR ha relatado cada año las historias de estos reos elegidos por el Consejo de Ministros, responsable de decidir quién será el indultado de entre un total de ocho propuestos.
En 1999 el preso fue Miguel Maldonado, condenado a quince años de cárcel por ser considerado cooperador necesario de un delito de homicidio. Maldonado, que aún tenía pendientes diez años de condena, no ocultó su alegría. SUR relataba así las primeras reacciones tras la decisión: «Miguel Maldonado, al que le acaban de conceder una vivienda social en la Cruz Verde, apuntó que iba a celebrar con su mujer, sus dos hijas, de 20 y 15 años, y su hijo de 10 años la noticia de su liberación y adelantó que cumpliría con la tradición de acompañar a El Rico en la procesión del Miércoles Santo. El hermano mayor de la cofradía de El Rico, Isidro Merino, comentó que este ha sido uno de los años en los que se ha indultado a un preso que tenía pendientes muchos años de cárcel. Merino recordó que hace tres años también se liberó a un preso castigado por delito de sangre, por lo que no cree que sea excepcional la decisión adoptada este año por el Consejo de Ministros».
En 2007 el indultado fue un jubilado condenado a cuatro años y medio por dar un navajazo a un joven con quien discutió: «Se disponía a salir de permiso de fin de semana cuando un funcionario le llamó. «Se me pusieron los pelos de punta; pensé que había algún problema con mi compañero de celda, que me la cargaba, vaya; porque yo tengo una estrella muy grande, que todo viene para mí... pero no, esta vez ha sido la estrella buena». De esta manera explicaba ayer Francisco O. S., un jubilado de 66 años condenado a cuatro años y medio por una tentativa de homicidio, cómo se enteró de que él es el preso elegido para ser indultado por la Cofradía de Jesús El Rico el próximo Miércoles Santo».