Esta semana voy a tocar un tema que realmente me preocupa. No se cuántos son los miles de cristianos asesinados por el Estado Islámico a día de hoy, pero sea cual sea la cifra, la situación es muy alarmante.
De nuevo nos encontramos, por desgracia, ante una simbiosis político-religiosa en la cual sólo el miembro gubernativo saca provecho y beneficio, ya que las principales víctimas de este interminable y absurdo conflicto vuelven a ser las minorías y los más débiles.
La fiereza con la que los cristianos están siendo maltratados está estremeciendo a la opinión internacional, pero no existe actualmente una custodia eficiente de sus derechos. De hecho, la amenaza por parte del portavoz del E.I. decía algo así como “los humillaremos en todas partes, si Allah quiere y alzaremos su bandera en la Casa Blanca”…
En mi opinión, siempre defendía la idea de que esta brutal violencia con la que actúan era fruto de un radicalismo de un modelo de religión extremista, y que era imposible que en su libro sagrado estuvieran escritas unas normas tan seglares. Pero me equivoqué garrafalmente. Hoy mismo, la noticia de la ordenación de la ablación femenina en Irak me ha impulsado a investigar un poco el Corán.
Quería comprobar lo que en su libro sagrado viene escrito, y esto es lo que me encontré en el capítulo 9, llamado “El arrepentimiento” (únicamente voy a citar textualmente un par de puntos):
- Se exceptúan los asociadores con quienes habéis concertado una alianza y no os han fallado en nada ni han ayudado a nadie contra vosotros. Respetad vuestra alianza con ellos durante el plazo convenido. Alá ama a quienes Le temen.
- Cuando hayan transcurrido los meses sagrados, matad a los asociadores dondequiera que les encontréis. ¡Capturadles! ¡Sitiadles! ¡Tendedles emboscadas por todas partes! Pero si se arrepienten, hacen el azalá y dan el azaque, entonces ¡dejadles en paz! Alá es indulgente, misericordioso.
Los asociadores son como nos llaman a los cristianos por creer que Jesucristo y el Espíritu Santo forman parte del único Dios.
Si digo que me quedé petrificada me quedaría corta. Siempre he sido y soy muy respetuosa ante la diversidad religiosa, me encanta aprender otras culturas y por ese motivo tengo la suerte de contar con buenos amigos practicantes de otras religiones. Pero me niego a aceptar esta extralimitación hacia nuestra propia Fe. Nunca seré capaz de entender como en un libro sagrado puede haber escritas tan atroces disciplinas.
Pero otra de las vilezas de este asunto es como los medios silencian la persecución cristiana de una forma sistemática. Suele ser en medios de orientación laicista donde podemos leer titulares como “enfrentamientos entre cristianos y musulmanes”. Discúlpenme, ¿están ustedes, señores editores, etiquetando de “enfrentamiento” a un auténtico genocidio? Basta ya, llamemos a las cosas por su nombre e informemos con ecuanimidad de lo que está sucediendo.
Voy a terminar con una mención que leí hace poco y que lamentablemente representa lo que nos acaece en estos tiempos: “donde hay persecución ha habido siempre rechazo, y donde hay rechazo se tiende a justificar la persecución.”
Estela García Núñez
Recordatorio La Saeta sube al Cielo: El Cristo de Castellar