“Killo”, que vamos a encargar unas imágenes secundarias para el misterio
a tal imaginero, pero no se lo digas a nadie porque es secreto. ¿Quién del
mundillo cofrade no ha recibido algún tipo de información sobre una Hermandad
con la coletilla del “no se lo digas a nadie”? Yo mismo lo he dicho en más de
una ocasión, no se crean que me libro.
Cada vez pienso más que esto de las Cofradías se deja arrastrar por
distintas corrientes. Ahora lo que se lleva es hacer tal cambio durante esta
marcha, hacer tal solo de corneta con esta variación y… ocultar y oscurecer
todo lo que sucede en una Hermandad hasta límites que se escapan de toda lógica…
Entiendo que hay temas que, por su índole, exigen máxima discreción. Por
ejemplo, si se está en búsqueda de banda, es razonable que no se vaya
pregonando que esta banda está más cerca que aquella otra, puesto que puede
llegar a interferir a los intereses de una Cofradía. Pero de ahí a tratar de ocultar
que en un hipotético (es decir, no estoy pensando en nadie en concreto) próximo
besamanos se va a estrenar tal broche, o que la próxima salida procesional se
realizará con tal manto… ¿Por y para qué?
Sinceramente, lo pienso en frío y siempre llego a la conclusión de que es
puro postureo, por cierto, una de las palabras más prostituidas (válgame la
palabra) del mundillo cofrade, especialmente en la red. Y es que lo que está de
moda, desgraciadamente, es destacar sobre los demás de manera innecesaria, ese
tic inevitable de darle importancia capital a aspectos que, verdaderamente, son
nimios en comparación con otros. Lo que se lleva es ese postureo cofrade, que
en el caso que nos ocupa se produce al tratar de crear expectación y de
sobresalir con respecto a las demás Cofradías. Todo ello en esa absurda e
inacabable competición inter-hermandades que, a pesar de haberse relajado con
respecto a lo que me cuentan los que han vivido más que quien les escribe,
continúa latente, aunque no se quiera ver en el día a día cofrade. Parece como
si lo que se hable en una Junta de Gobierno deba quedar confinado a las cuatro
paredes del lugar de la oscura y secreta reunión. Repito, entendiendo que hay
temas que por su naturaleza no pueden trascender a la luz pública.
Si se aprueba el proyecto de un nuevo paso con los consiguientes permisos
de la autoridad diocesana, ¿qué reparo hay en darlo a conocer? ¿Para qué se va
a esperar para realizar una presentación por todo lo alto como si se tratara
del fichaje de Neymar? La respuesta es fácil, queremos la palmadita en la espalda
ese día de todo aquel que se acerque por allí al olor de la expectación
artificial que es generada. Es la cruda realidad. Antes decía al realizar una
hipótesis que no pensaba en ningún caso concreto, y ahora les digo que yo he
llegado a leer que se iba a realizar una presentación oficial de la
restauración de una saya. ¿No es de chiste? Piénsenlo, por favor. Porque luego
nos llevamos las manos a la cabeza con los “kofrades”. Las propias Hermandades
los alimentan sin lugar a dudas.
En los tiempos que corren, considero urgente una rotunda y absoluta
transparencia desde los dirigentes de las Cofradías y sus responsables de
comunicación, más aún cuando estamos en una sociedad que ofrece posibilidades
comunicativas inmediatas. Hay que informar con total veracidad y a la mayor rapidez
posible de lo que sucede en torno a una corporación, más si cabe a los hermanos
de la misma, que tienen derecho a saber cómo gestiona la Junta de Gobierno la
Hermandad, su Hermandad. Sin ambigüedades, sin actitudes dictatoriales, sin
oscurantismos. En definitiva, con transparencia. De lo contrario, después pasa
lo que pasa, cabildos de elecciones que han de repetirse, acuerdos con
formaciones musicales que se filtran a medios y salen publicados con el
consiguiente desmentido ridículo y absurdo de una o las dos partes, o la
opacidad sobre las cantidades que se donan a obras sociales con el
correspondiente escándalo innecesario… Seamos serios. Esto de la Semana Santa y
las Hermandades no es como gobernar un Ayuntamiento o estar en las filas de una
formación política, por mucho que nos empeñemos en politizar el mundo de las
Cofradías para hacer ver que se tiene un poder tan irreal como efímero. Hace
poco escribía un artículo cuyo título rezaba “urge normalización con respecto alas bandas”. Pero lo cierto es que urge normalización, en general. Con todo lo
que tiene que ver con una Cofradía y su gestión.
José Barea