Sospira il cherubino sobre el pentagrama. Lo hace con cuidado porque sabe que hay cierto cordovano compositore, ma non troppo notevole, al que hay que tratar como a los Infantes de Carrión.
Se divierte con sus aires de grandeza y complejo de superioridad. Ma non llegará, per ora, a tomar nada más que bacchetta in prestito o di poca importanza.
Mantenere sospirando al observar que imparte magisterio, come un artista del Rinascimento, poniendo aquí y allá nombres prestados como el de Montes de Oca, al igual que los Testigos de Jehová que aprenden unas cuantas lecturas del Nuovo Testamento y así dan l'impressione de que lo conocen al completo.
Il cherubino ride ad alta voce con la posibilidad de que el instruido compositore acabe vendiendo Biblias musicales per via dei templi fernandini.
Joaquín de Sierra i Fabra
Recordatorio El Suspiro del Ángel: Cuando un amigo se va