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viernes, 9 de enero de 2015

Enfoque: La separación entre Ernesto Sanguino y Antonio Santiago


Blas Jesús Muñoz. Desde que saltó la noticia que situaba a Ernesto Sanguino saliendo del equipo de capataces de Antonio Santiago, la mayor parte de quienes -de una u otra forma- estamos en este ámbito éramos plenamente conscientes de que sería una noticia de recorrido y alcance. Toda vez que no parece motivo suficiente entrar en el Consejo del equipo de las trece barras para abandonar toda una trayectoria, vinculada al apellido Santiago.

De hecho, en una entrevista concedida poco después del anuncio Sanguino se postulaba como capataz, si alguna cofradía lo consideraba oportuno. Afirmaciones que desmontan la trama bética. Mientras tanto, que desde la junta de gobierno de la Macarena se esté barajando la posibilidad de que Ernesto siga siendo el capataz del Señor de la Sentencia (al margen de su amigo y maestro), no deja sino entrever que la decisión que Sanguino tomó hace, prácticamente nada, tiene más trasfondo del que aparenta. Por más que, desde su entorno, se asegure que no supone un ataque a la figura de Antonio Santiago que Sanguino tomé el mando en solitario del Misterio de San Gil.

Los motivos de fondo, probablemente, solo los sepa Sanguino y, quizá, el propio Santiago. De hecho, por los mentideros se hacen especulaciones de toda índole y condición. Es más, antes de escribir este artículo, un costalero que vive los pasos a ambas orillas del Guadalquivir, crecido se atrevía a asertar que la discrepancia radica en el hartazgo de Sanguino con respecto a Santiago. Sin embargo, no dejo de pensar en que la "sangre" no es que guste más o menos a determinados medios, sino que con más propiedad se puede afirmar que a quienes gusta es a sus lectores. 

Sea como fuere, el itinerario de esta divergencia de caminos seguirá avanzando en los próximos días. Seguiremos atentos.










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