Blas Jesús Muñoz. Espera que sea su obra de referencia en un futuro ("Es un reto importante en mi carrera tener una imagen cristífera en una hermandad del Jueves Santo de la categoría de las Cigarreras. Quiero que este Cristo sea mi obra cumbre"). Así se recoge en las propias declaraciones del imaginero, recogidas en un artículo realizado por José Gómez Palas para El Correo de Andalucía.
Con la realización del Cristo de la Púrpura, José Antonio Navarro Arteaga, no solo se halla ante un reto personal, sino que se expone a la recuperación inconográfica de una representación que ya albergó la cofradía de las Cigarreras hasta el siglo XIX. "Intimista y con el sello decimonónico característico del estilo de la hermandad de las Cigarrerras".
Un reto personal que se desprende de sus propias declaraciones en las que señala que "Lo más importante –dice el imaginero– es que es una imagen intimista, piadosa, pensada y concebida para propiciar el rezo y el recogimiento, sin concesiones a la galería, sin buscar el lucimiento personal y sin mucho movimiento. He querido aportar mi visión única y exclusiva de las cosas, mi sello particular y mi forma de ver al arte. Si tuviera que ponerle un apellido, hablaría del intimismo decimonónico del Cristo de la Púrpura".
Toda vez que también reconoce la dificultad de la representación ante la que se enfrenta al señalar "Tenía claro que, hoy por hoy, es inconcebible poner un Cristo a cuatro patas (...). Yo no quería que fuese ni una cosa ni otra. Es decir, ni una recreación exacta de lo que fue la iconografía del Cristo de la Púrpura en el siglo XVI ni tampoco desviarme mucho de ese modelo iconofráfico (...). Igual que el Señor abrazó la cruz, he querido representar a Cristo abrazando simbólicamente otro de los elementos de su martirio, la columna".