Una vela,
con fuego débil me llama.
Una vela,
con luz tenue, ilumina tu cara.
Un reflejo,
marca el camino que abandoné.
Tu reflejo,
Una lágrima,
que es mar de mi soledad.
Esa lágrima,
que otra, fue signo de felicidad.
Tus manos,
que son el cofre de mi amor.
¡Ay! Tus manos,
que me cobijan en el dolor.
Mis palabras,
que tienen cabida en tu corazón.
Mis palabras,
que son el reflejo de mi amor.
Isidro Garcia Martin
Recordatorio Desde la Lejanía: Silencio