Juan Antonio Martínez. Habrán visto ese anuncio en que un señor se pone a hacer el caballito en un andén del metro. Y es que eso en Barcelona o Madrid la gente que ve de to' no se sorprende ni aunque se te acerque alguien a quien no has visto en tu vida y sin hablar te suelte dos sopapos a mano abierta.
Todo se ve natural, hasta el caballito en cofradías con pasos con una evidente falta de preparación de sus costaleros que no es más que la prueba de la poca pericia del capataz. Pero claro hay capataces que por acariciar el martillo como el anillo de Saurón hacen lo que haga falta. Y luego te encuentras pasos en los que bota la parihuela, en los que los varales hacen el samba pa' ti o algún aquél palio que levantó a pulso la delantera, los de atrás no se enteraron y casi sale la Virgen a galope tendido.
Luego están los que tienen más cambios que un equipo de baloncesto o un partido amistoso de selecciones de fútbol en los que debuta hasta el utillero si hace falta. Esos pasos siempre llevan debajo a un Olestar de la Enebeá, de esos que sueltan el miarma que no las miasmas, el olé... y ya no sabes si estás viendo una procesión o una antología de Curro Romero en la Maestranza. Es otra forma de caballito en plan doma vaquera pa'lante y pa'tras. También esto algunos lo se ven normal y bonito. Al menos hemos ganado algo con que no se aplaudan las levantás de los pasos de silencio... a veces...
Recordatorio Costales a la última moda
