El filósofo griego Epicteto nos dejó una frase, que si la cultivamos bien en nuestro interior, nos puede ayudar a vivir con otra filosofía, actuar con mejor talante sobre nuestro presente, o lo que es mejor, estar preparados para un buen caminar en nuestro futuro.
La frase en cuestión fue: “No nos afecta lo que nos sucede, sino lo que nos decimos acerca de lo que nos sucede”.
A veces nos han entrado ganas de ser avestruz y meter la cabeza bajo tierra ante cualquier hecho, que luego en el tiempo, o visto por otra persona que se tome las cosas con más optimismo, pues no ha sido para tanto. Vemos a veces tinieblas ante cualquier cosa que puede ser solucionada con una palmada que nos demos a nosotros mismos, porque a veces, la caridad emocional hacia uno mismo puede ser importantísima para los actos que luego ofreceremos a los demás.
En las hermandades, a veces se ha cargado tanto contra ciertos dirigentes, que es pánico lo que sufren ante cualquier decisión y el futuro de la misma. Otras veces, es contra personas sobre las que se habla, se escribe, se carga incluso en lo personal, lo que hace que su autoestima, sus futuros actos se conviertan en toda una afrenta a la valentía, esperando ya que el resultado, solo sea una losa más que cargar, porque saldrá mal.
Yo creo que Dios nos creó con la firme intención de que diéramos nuestros pasos, de que viviéramos nuestras propias victorias, nuestras propias derrotas con valentía, con aplomo, con cabeza fría, con corazón caliente, pero que pasara lo que pasara, el pesimismo no fuera nuestro actuar diario.
Hay personas que se hunden en su propia miseria, que te la cuentan, que a ti te parece algo banal, y lo que es peor, que aunque queramos intentar explicarle que no vemos el problemón en el hecho en sí, sino un simple traspiés, se nos hace imposible, porque él ya ha sido abatido por esa forma de ser, esa forma de pensar.
Se necesitan cofrades con sueños en mente, soñadores, aunque también con pies en el suelo más de lo que ellos creen necesario. Se necesitan cofrades con personalidad, sobre todo los que llevan con honor el ser dirigentes y parte decisoria en nuestras cofradías. Se necesita fuerza, ganas, lucha.
Hay muchas hermandades ancladas en el pasado, muchos cofrades que por sus pocas ganas de soñar, por su miedo a que sus vidas sean más pobres de alegría, se cruzan de brazos y simplemente disfrutan de la marcha constante lógica, la que marca el calendario, la del día a día, venga como venga, ocurra como ocurra, sin tener ellos que saborear nada.
¿No se dan cuenta de que no puede ser así? Siempre he estado en contra de la vanagloria personal, pero cierto es que sin hacer alarde de nada, cuando se “triunfa” entre comillas por alguna decisión que hemos adoptado, y con ella ha salido ganando la Hermandad, ese triunfo sabe a gloria, al menos, gloria terrenal. Si solo vivimos de actitudes heredadas, de cosas que eligió el de siempre, nunca nos formaremos de cofrades, o lo que es peor, si no decimos basta, si nos callan siempre, nunca nos dejarán formar parte de esta ofrenda al Señor, que son las cofradías, al menos, no plenamente.
Vivimos días de ensayos, donde a chicos jóvenes, a aspirantes a formar parte de una cuadrilla, se los desecha como ganado infectado. No porque no valgan, sino, por lo que hizo su padre, por lo que pensó su abuelo, por lo que él suponen que ha adoptado como forma de pensar, porque se junta con un grupo que piensa en contra de los que mandan y deciden. Esto verdaderamente ocurre cuando un capataz ha dejado de ser honorífico de ese nombramiento y una Junta de Gobierno va por mal camino.
La juventud es el relevo de mañana, son los abanderados del futuro, ¿qué personalidad podemos crearle con el miedo? A la juventud hay que cuidarla más, hay que hacerla optimista, hacerle ver que la equivocación no es más que uno de los escalones que hay que subir cada día, sin miedo a nada, con ánimo a eso, a equivocarse. Si cargamos contra la juventud, huirán, y si no huyen, huirán de propias decisiones y optarán por la complacencia del “vamos a hacer las cosas como siempre se han hecho”, quedando hermandades abocadas a vivir con y por decisiones de otros que ya marcharon hace años, lustros o siglos. Lo que se viene a llamar, Hermandad abocada a la antigüedad, o lo que es peor, a la no renovación de lo más importante, las ideas.
Las bandas tienen un estilo, cada una el suyo. La banda que no camine por sí misma, mal asunto, pues estará viviendo la historia repetida de otra a la que quieren imitar en todo, pues también pasa el miedo a la equivocación en las bandas, y el sollozo a gritos para que todos lo escuchemos y nos compadezcamos. En la vida se debería de perdonar todo, pero se debería premiar siempre el atrevimiento, llevando a gala los estilos personales que nunca deben de perderse.
En Córdoba tenemos juventud y una historia que deberíamos querer que nos contaran para aprender, una y otra vez, las veces que fueran necesarias. ¿Dónde? Pregunten en la Huerta de la Reina. XXV años no nacen del pesimismo, ni de una línea de continuidad sin nada de renovación continua, toma de decisiones constantes y valientes. XXV años nacen, salen, florecen de la valentía, la juventud, y sobre todo del apoyo de una Hermandad a aquellos con ganas de trabajar, por Córdoba y su música, por la Semana Santa de todos. A XXV años, señores que han criticado o critican a la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús de la Redención por no innovar, se llega precisamente así, con la no innovación. Pues siguiendo la línea del amor a un barrio, a un Padre, la locura por una Madre, el cuidado de la juventud, y sobre todo, el no cargar con ningún miedo a equivocarse, y menos al trabajo que se tenga que realizar, ha sido la línea que algunos llaman no innovación.
Cuando Epicteto nos dejó su frase: “No nos afecta lo que nos sucede, sino lo que nos decimos acerca de lo que nos sucede”, no pudo estar más acertado, seguramente no escuchaba “Estrella”, u “Oración”, pero ya sabía que aquella música resonaría en los corazones de muchos amantes de la Semana Santa, aquí y allá, dentro y fuera de la Córdoba cofrade más rabiosa, pues si aquí tenemos un problema, es que “No nos afecta lo que nos sucede, sino lo que nos decimos acerca de lo que nos sucede”, o dicho de otra forma, todo lo que realizamos aquí, nos hace sentirnos flor mustia, miedosos simplemente por exportar lo nuestro, y he aquí la equivocación. Quizás Redención haya sido lo mejor que nos haya sucedido en XXV años en que la Semana Santa ha dado un vuelco, ha cambiado de 0 a 100 para mejor, no lo duden, y muchos nos sentimos y hemos sentido muy orgullosos ser de esas personas que como cordobeses, hemos sido felices en la Huerta de la Reina, con muchos amigos, músicos y cofrades, orgullosos de lo que nos sucedía, y orgullosísimos de decir lo que nos estaba en Córdoba sucediendo.
Solo nos queda el deseo de que siga siendo así, que nos siga ocurriendo, para XXX, para XXXV, y los que ellos quieran regalarnos, REDENCIÓN, ESTRELLA, FUERZA Y JUVENTUD… Rumbo hacia un camino al que no se le ve el final…
Fernando Blancas Muñoz
Recordatorio La Chicotá de Nandel: Maltrato costalero