Blas Jesús Muñoz. No hace demasiado tiempo caminaba, en nuestro paseo de fin de semana con Marcos, por un rincón dedicado al maestro Torronteras. Fue uno de los pioneros en esto del martillo le contaba, con la esperanza de que entienda, a sus poquitos días, algo de lo que cuento. También le dije que esperaba que pronto, la familia de mi querido David también tuviera un pequeño espacio que los recuerde en la ciudad.
El apellido Sáez, el segundo de David y el primero de Rafael, sin duda, aparece ligado a las labores de carga, al arte y a la devoción de haber sacado a numerosas cofradías a la calle en un tiempo en que, no les quepa duda, nada tenía de sencillo. Su humildad y su bondad, quizá, no haya servido de impulso a un mayor reconocimiento, o a todo el que merecen, pero el tiempo, la paciencia y la justicia han sabido obrar -o al menos lo parece-, como pocas veces.
Antonio Sáez Pozuelo, Rafael Sáez Gallegos, Manuel Sáez Gallegos, Antonio Sáez Gallegos, Manuel Gallegos Pérez, Rafael Sáez Sánchez y David Simón Pinto Sáez. Una estirpe de capataces que se entregaron y se entregan a uno de los oficios más reconfortantes, pasear al Dios y a su Madre.
Les hablaba antes de reconocimiento. Parece que llega, tras la aprobación por parte de la Asamblea de Hermanos Mayores de la petición para la concesión de una calle a esta dinastía. Todo ello, avalado previamente por la rúbrica de una veintena de cofradías de la ciudad.
David, impulsor de esta merecida petición, también lleva ese apellido, como Uriel que, aunque sea su tercero, no les quepa duda de que son el presente y el futuro de una saga que, por encima de una calle, ya tiene su parcela en la memoria viva de Córdoba.
Recordatorio De cerca con David Pinto Sáez: "Lo que se pueda ver debajo de un paso no es otra cosa que una muestra de la sociedad"