Suspira el querubín nostálgico porque el recuerdo de la Semana Santa todavía lo tiene muy cerca y sus alas se encogen mientras se pierde en los recuerdos de los pasos, cruzando los arcos califales que tantos secretos, como él, conocen.
Suspiros traviesos del alado al recordar como una de las cofradías, de las que entran por esos arcos a mitad de semana y a mitad de la tarde, llevaba a una servidora que además ocupa cargo y relación que, al ver a tres fotógrafos de su hermandad quiso echarlos de allí ella misma.
Suspira el Ángel a carcajadas recordando la respuesta de quien les había dado permiso señalando su acreditación. Hasta un uniformado, o varios, tuvieron que hacerle ver que ellos estaban en regla, que a quien se echa de los templos es al profano, al pagano o al que utiliza los reservados para fumar.
Joaquín de Sierra i Fabra
Recordatorio El Suspiro del Ángel