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domingo, 10 de mayo de 2015

Candelabro de cola: Mis instantes favoritos


El esplendor de la Semana Santa 2015 permanece en el recuerdo gracias a algunas imágenes que la mente quiere rememorar cuando pasea a la puesta de sol por la ciudad, contemplando calles que hace apenas 30 días poblaban túnicas nazarenas.

Eran las últimas horas del Domingo de Ramos cuando los capirotes verdes de la Hermandad de la Esperanza tomaban Enrique Redel. Contraste con la estampa que el Miércoles de Ceniza la propia Cofradía nos dejaba cuando celebraba su Vía Crucis, con el Señor que Cerrillo gubiase acompañado por las marchas fúnebres de su banda. El penacho del soldado romano que escolta a Jesús de las Penas se mueve suave a cada cambio de la cuadrilla. Pasión de Linares interpreta una marcha y otra y otra para intentar aliviar el peso de la cruz que el reo de muerte va a tener que llevar hasta el calvario, tal y como indica el sanedrita en la trasera del paso. Lamentablemente todo pasa rápido y, cuando uno quiere acordar, la túnica roja de Jesús de las Penas desaparece de nuestra vista mientras de fondo queda el magnífico retablo dorado de San Andrés hacia el que alegre se aproxima el misterio de Bernal.

Ya con la luna llena de Nisán como protagonista del cielo Jesús Caído llega a su barrio. Su mirada denota el agotamiento del Hijo de Dios y busca en los ojos del espectador nuevas fuerzas para intentar ponerse en pie y volver a coger la cruz que tendrá que portar hasta la Cuesta de San Cayetano. Nueva levantá y Jesús se pone en pie para seguir caminando. Se mueven los faroles de las esquinas y los tambores y cornetas rompen el silencio con el que Santa Marina recibe a una de las mayores devociones de la ciudad. Jesús cae, pero aún sin fuerzas siempre se vuelve a levantar para continuar caminando. Inmejorable ejemplo para la vida de todo aquel que profesa la fe cristiana.

Y llega la Madrugá. Y con ella el cortejo de nazarenos negros de San Hipólito tras la cruz de guía que, en el cruce de patibulum y stipes, nos muestra las siglas JHS para tener presente el origen jesuita de la Hermandad. Tras abandonar la carrera oficial, el primer tramo de penitentes llega a la calle la Feria en su camino a la Catedral. Buena Muerte entre el azahar y la suave caricia de la noche. Buena Muerte entre claveles rojos. Buena Muerte entre cuatro austeros hachones de cera roja. Buena Muerte la tuya, Señor. Y tras el caminar reposado del Crucificado, la bellísima mirada morena de la Reina de los Mártires. Sin duda el caminar de este palio, un palio que camina en silencio, marca uno de los sonidos (qué paradoja) más característicos de nuestra Semana Santa al chocar las bellotas de las bambalinas bordadas en el taller de Esperanza Elena Caro contra los magníficos varales. Se pierde el manto rojo de Nuestra Señora entre naranjos. Al espectador no le queda más consuelo que ser capaz de memorizar la estampa que contempla para no apartarla nunca de su memoria, intentando captar hasta el más pequeño detalle.


Marcos Fernán Caballero







Recordatorio Candelabro de cola




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