El diez de septiembre de 2012,
Francisco Gómez Sanmiguel fue elegido Presidente de la Agrupación de
Hermandades y Cofradías de Córdoba, tras un polémico proceso en el que pugnó
con su antecesor Juan Bautista Villalba quien ostentó el cargo los cuatro años inmediatamente
previos.
El proceso se eternizó en el
tiempo a consecuencia de que la celebración de una primera convocatoria de
elecciones, el 18 de junio, presentó un resultado insuficiente para ambos
contrincantes (resulta desalentador tener que denominarlos así, pero el tiempo
ha confirmado este extremo), con una ínfima ventaja de dos votos a favor del
presidente saliente (23 a 21). Tras el suspenso de junio, ambos rivales se
volvieron a ver las caras en la recuperación de septiembre, mediando cuatro meses
de una intensa campaña electoral y múltiples dimes y diretes que no fueron sino
la punta del iceberg de los desencuentros demostrados y pregonados en los años
sucesivos, declaraciones altisonantes incluidas y que terminaron de separar a dos personas que, curiosamente, habían trabajado juntos, uno como Presidente y otro como responsable de la web de la Agrupación.
Llegada la ansiada fecha de
septiembre, una primera votación arrojó un recuento prácticamente calcado al de
junio (23 a 23, con dos sufragios en blanco, y dos hermandades que no llegaron
a tiempo), lo que evidenció la división existente en el seno de las hermandades
de la ciudad. En base a las nuevas reglas anunciadas desde Palacio, que
precisaban la mayoría absoluta para alzarse con la victoria, se procedió a
votar de nuevo, con idéntico resultado. En la tercera y última ronda, en la que
todo apuntaba a que Villalba se haría con la victoria, porque en caso de
empate, el cargo recaería sobre el candidato de mayor edad, saltó la sorpresa
porque in extremis una de las hermandades que había votado dos veces en blanco,
votó a favor de Sanmiguel, que se alzó con el triunfo por un voto, de manera
inesperada… o no…. El vencedor se apresuró a manifestar que su primer reto era
superar la división interna. Sólo hay que tener los oídos estratégicamente
situados para constatar que no parece haberse alcanzado dicho objetivo.
De hecho no es el único propósito
que parece no haberse materializado en positivo. Pocas de las iniciativas
presuntamente puestas en marcha por el presidente y su junta de gobierno pueden
ser catalogadas de manera diferente. Sin ánimo de ser demasiado exhaustivos, repasemos
algunos de sus logros, por supuesto, y como no podría ser de otro modo desde un
punto de vista absolutamente subjetivo, que para eso éste no dejar de ser un
artículo de opinión.
El Vía Crucis Magno del 14 de Septiembre del 2013, cuya
organización fue un desastre sin paliativos, con retrasos que pudieron contarse
por horas y un caos vergonzoso en la Cruz del Rastro que pudo terminar en
tragedia por la inoperancia y la incompetencia en la gestión de la afluencia de
publico de la que la Agrupación fue responsable (o irresponsable), por más que
se intentase culpar a las Fuerzas de Seguridad del Estado en una salida de pata
de banco más lamentable incluso que el mencionado descontrol.
La implantación de un sistema asambleario, cacareado hasta
el aburrimiento durante la campaña electoral, y que más allá de haber servido
para escurrir el bulto en ciertos asuntos a la hora de tomar decisiones,
utilizando la táctica del encogimiento de hombros amparándose en que las
hermandades son las que deciden y no actuar de acuerdo con el cargo que se
ostenta, se ha traducido en decisiones cuanto menos cuestionables, como mantener
la designación a dedo del Titular que debe presidir el Vía Crucis de las
hermandades, tal y como se ha venido haciendo tradicionalmente y para la que se
ha perdido una magnífica ocasión para que el concepto asambleario vaya más allá
de una promesa electoral incumplida, o la elección, también de forma digital,
de los sucesivos pregoneros, que sin duda merece una mención aparte.
La organización (es un decir) de la Regina Mater, que se ha
traducido en la ausencia de algunas Imágenes de especial trascendencia presuntamente
por la escasa (o nula) información aportada a las hermandades y el
empecinamiento en cumplir con unos plazos que si se hubiesen flexibilizado, tal
vez podrían haber evitado tales renuncias. La asistencia confirmada de otras
joyas de la provincia, no ha logrado evitar que de las incomparecencias se
derive un tufo a descafeinado que tira para atrás.
El traslado (no-traslado) de la Carrera Oficial a la Catedral,
que tres años después permanece elevado a la categoría de entelequia y para la
que el gobierno de la Agrupación ha sido incapaz de presentar un proyecto serio
y definido y que lleva camino de convertirse en una utopía imposible de
alcanzar, como la Tierra para los tripulantes de Galáctica. Los juegos florales
anunciando una hipotética apertura de una segunda puerta, de momento han
quedado en nada y la reducción del problema a dicha apertura, con la cantidad
ingente de asuntos que deben ser abordados y solucionados de manera simultánea
para que algún día el sueño de muchos se convierta en realidad, olvidados,
ignorados u ocultados. El que crea que una segunda puerta es suficiente para
que la Carrera Oficial se traslade a la Catedral es un merluzo. Que lo piensen aquellos
que nada tienen que ver con las cofradías es entendible pero que no lo vean o
no lo quieran ver quienes se autodenominan cofrades, es de ceguera infinita,
casi enfermiza… Pues lo que el Señor Sanmiguel y su junta de gobierno, ha hecho
al respecto, más allá de los fuegos artificiales relacionados con la segunda puerta
ha sido nada, salvo que se haya hecho en el más absoluto de los secretos, lo
que sería incompatible con otra de las promesas incumplidas, la transparencia.
Una transparencia que se continúa pregonando y predicando sin
rubor alguno, fundamentalmente tras la campaña de acoso y derribo a la que ha
sido sometido el anterior responsable de la Agrupación ascendido a la categoría
de Belcebú, sin que nadie haya concretado por qué, en un proceso con muchas más
sombras que luces y que representa una oportunidad perdida para poner las
cartas sobre la mesa contando la verdad, toda la verdad y nada más que la
verdad, caiga quien caiga, y llegando hasta el final, con todas las
consecuencias.
Porque la gestión del Caso Villalba ha sido deplorable, en todos los
sentidos. Se ha dado la sensación de que durante la gestión de la anterior
dirigencia, se cometieron desmanes comparables a los casos Gürtel o ERE, pero a
diferencia de en estos, en aquél, no se ha investigado en profundidad y si se
ha hecho se ha disimulado perfectamente. Toda la parafernalia jaleada incluso
desde determinada prensa local, se cerró en falso, vaya usted a saber por qué.
Habrá quien piense que por no hurgar más en la herida, pero también quien crea
que hay demasiadas cosas que ocultar, y demasiada gente que podría quedar
salpicada. En mi caso, como en el de cualquier cofrade de a pie, cualquiera de
estos pensamientos es perfectamente asumible, porque el asunto quedó cerrado
(es un decir) rodeado de un oscurantismo que permite pensar una cosa y la
contraria. Para evitarlo era imprescindible ser transparente, y no se ha sido,
lo diga quien lo diga, con sotana o sin ella.
De igual modo que no ha existido
la transparencia deseable, después de lo que ha caído, al eludir hacer públicas
las cuentas del máximo organismo
cofrade para que todos los ciudadanos, cofrades o no, sepan
fehacientemente en que se “gastan los dineros”, buena parte de ellos de origen
público. Y divulgar no es transmitirlo a los hermanos mayores, sino a toda la
ciudadanía. Es tan sencillo como publicarlas en la web de la Agrupación. Eso
hubiera sido transparencia, lo contrario, palabrería.
Otra de las promesas estrella, el
establecimiento de una central de compras
que permitiese a las hermandades beneficiarse de economías de escala,
reduciendo sus costes, en lo único en que se ha materializó, al menos que se
sepa, fue en las compras unificadas para el Vía Crucis Magno de una cera de una
calidad tan ridícula que provocó que muchos de los pasos mostrasen las tulipas
vacías mucho antes de llegar a casa, demostrando que si la reducción de costes
pasaba por comprar material de saldo, no hacía falta ser Nobel en economía para
ponerlo en práctica.
La elección de los pregoneros de Semana Santa ha sido la que ha
sido, una vergüenza, con dos pregoneros que pasarán a la historia por torear o
por poner a bailar a su pareja durante el desarrollo del pregón. Una decisión que
ha provocado que se haya hablado de Córdoba más allá de nuestras fronteras,
desde luego, pero para ser el hazmerreír de propios y extraños. Ya saben que la
porra para el año que viene está encabezada por Pepe Reina, que imagino que
pondrá una portería en el escenario y se dejará tirar unos cuantos penalties,
seguido de Fernando Tejero vestido de lagarterana…
El mantenimiento de la parafernalia asociada a la cena del
pregonero, tan horrible en tiempos pretéritos, y tan normal en el
presente, la censura (de pensamiento,
palabra, obra y omisión) a determinados medios de información cofrade,
en función del nivel de crítica recibido o la gestión de la procesión de la Virgen de la Fuensanta,
Patrona de las Hermandades cordobesas, siempre en el filo de navaja, son
algunos logros que también merecen ser mencionados, aunque como ya comenté al
inicio, no existe en mi ánimo interés alguno en profundizar demasiado, sino
únicamente dar algunas pinceladas.
Pues señoras y señores, con las
próximas elecciones empezando a vislumbrarse en el horizonte, el Señor
Sanmiguel podría estar planteándose repetir, volverse a presentar, así como lo
oyen, por increíble que pueda parecernos a algunos (seguro que no a sus
partidarios, pero la opinión es lo que tiene) y sin anestesia ni sonrojo de
ningún tipo, con semejante relación de éxitos cosechados. Llegado a este punto
y caso de conformarse el rumor, se hace imprescindible reflexionar si las
cofradías cordobesas aún están a tiempo de dar un giro radical a su realidad,
si no hay ningún cofrade serio, con conocimientos y preparación suficiente para
presentar su candidatura y lograr que no se repitan cuatro años más de acciones
con semejante resultado, por salud democrática y sobre todo por salvar a una
institución que francamente no se si estará preparada para otro embate de
similares características. Dice el refrán “que Dios nos salve de los salvadores”…
y añado yo, si me lo permiten, y si Dios está ocupado, hagámoslo los mortales… por
si acaso.
Guillermo Rodríguez
Recordatorio El Cirineo