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martes, 19 de mayo de 2015

El Cirineo: Dios nos salve de los salvadores


El diez de septiembre de 2012, Francisco Gómez Sanmiguel fue elegido Presidente de la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba, tras un polémico proceso en el que pugnó con su antecesor Juan Bautista Villalba quien ostentó el cargo los cuatro años inmediatamente previos.

El proceso se eternizó en el tiempo a consecuencia de que la celebración de una primera convocatoria de elecciones, el 18 de junio, presentó un resultado insuficiente para ambos contrincantes (resulta desalentador tener que denominarlos así, pero el tiempo ha confirmado este extremo), con una ínfima ventaja de dos votos a favor del presidente saliente (23 a 21). Tras el suspenso de junio, ambos rivales se volvieron a ver las caras en la recuperación de septiembre, mediando cuatro meses de una intensa campaña electoral y múltiples dimes y diretes que no fueron sino la punta del iceberg de los desencuentros demostrados y pregonados en los años sucesivos, declaraciones altisonantes incluidas y que terminaron de separar a dos personas que, curiosamente, habían trabajado juntos, uno como Presidente y otro como responsable de la web de la Agrupación.

Llegada la ansiada fecha de septiembre, una primera votación arrojó un recuento prácticamente calcado al de junio (23 a 23, con dos sufragios en blanco, y dos hermandades que no llegaron a tiempo), lo que evidenció la división existente en el seno de las hermandades de la ciudad. En base a las nuevas reglas anunciadas desde Palacio, que precisaban la mayoría absoluta para alzarse con la victoria, se procedió a votar de nuevo, con idéntico resultado. En la tercera y última ronda, en la que todo apuntaba a que Villalba se haría con la victoria, porque en caso de empate, el cargo recaería sobre el candidato de mayor edad, saltó la sorpresa porque in extremis una de las hermandades que había votado dos veces en blanco, votó a favor de Sanmiguel, que se alzó con el triunfo por un voto, de manera inesperada… o no…. El vencedor se apresuró a manifestar que su primer reto era superar la división interna. Sólo hay que tener los oídos estratégicamente situados para constatar que no parece haberse alcanzado dicho objetivo.

De hecho no es el único propósito que parece no haberse materializado en positivo. Pocas de las iniciativas presuntamente puestas en marcha por el presidente y su junta de gobierno pueden ser catalogadas de manera diferente. Sin ánimo de ser demasiado exhaustivos, repasemos algunos de sus logros, por supuesto, y como no podría ser de otro modo desde un punto de vista absolutamente subjetivo, que para eso éste no dejar de ser un artículo de opinión.

El Vía Crucis Magno del 14 de Septiembre del 2013, cuya organización fue un desastre sin paliativos, con retrasos que pudieron contarse por horas y un caos vergonzoso en la Cruz del Rastro que pudo terminar en tragedia por la inoperancia y la incompetencia en la gestión de la afluencia de publico de la que la Agrupación fue responsable (o irresponsable), por más que se intentase culpar a las Fuerzas de Seguridad del Estado en una salida de pata de banco más lamentable incluso que el mencionado descontrol.

La implantación de un sistema asambleario, cacareado hasta el aburrimiento durante la campaña electoral, y que más allá de haber servido para escurrir el bulto en ciertos asuntos a la hora de tomar decisiones, utilizando la táctica del encogimiento de hombros amparándose en que las hermandades son las que deciden y no actuar de acuerdo con el cargo que se ostenta, se ha traducido en decisiones cuanto menos cuestionables, como mantener la designación a dedo del Titular que debe presidir el Vía Crucis de las hermandades, tal y como se ha venido haciendo tradicionalmente y para la que se ha perdido una magnífica ocasión para que el concepto asambleario vaya más allá de una promesa electoral incumplida, o la elección, también de forma digital, de los sucesivos pregoneros, que sin duda merece una mención aparte.

La organización (es un decir) de la Regina Mater, que se ha traducido en la ausencia de algunas Imágenes de especial trascendencia presuntamente por la escasa (o nula) información aportada a las hermandades y el empecinamiento en cumplir con unos plazos que si se hubiesen flexibilizado, tal vez podrían haber evitado tales renuncias. La asistencia confirmada de otras joyas de la provincia, no ha logrado evitar que de las incomparecencias se derive un tufo a descafeinado que tira para atrás.

El traslado (no-traslado) de la Carrera Oficial a la Catedral, que tres años después permanece elevado a la categoría de entelequia y para la que el gobierno de la Agrupación ha sido incapaz de presentar un proyecto serio y definido y que lleva camino de convertirse en una utopía imposible de alcanzar, como la Tierra para los tripulantes de Galáctica. Los juegos florales anunciando una hipotética apertura de una segunda puerta, de momento han quedado en nada y la reducción del problema a dicha apertura, con la cantidad ingente de asuntos que deben ser abordados y solucionados de manera simultánea para que algún día el sueño de muchos se convierta en realidad, olvidados, ignorados u ocultados. El que crea que una segunda puerta es suficiente para que la Carrera Oficial se traslade a la Catedral es un merluzo. Que lo piensen aquellos que nada tienen que ver con las cofradías es entendible pero que no lo vean o no lo quieran ver quienes se autodenominan cofrades, es de ceguera infinita, casi enfermiza… Pues lo que el Señor Sanmiguel y su junta de gobierno, ha hecho al respecto, más allá de los fuegos artificiales relacionados con la segunda puerta ha sido nada, salvo que se haya hecho en el más absoluto de los secretos, lo que sería incompatible con otra de las promesas incumplidas, la transparencia.

Una transparencia que se continúa pregonando y predicando sin rubor alguno, fundamentalmente tras la campaña de acoso y derribo a la que ha sido sometido el anterior responsable de la Agrupación ascendido a la categoría de Belcebú, sin que nadie haya concretado por qué, en un proceso con muchas más sombras que luces y que representa una oportunidad perdida para poner las cartas sobre la mesa contando la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, caiga quien caiga, y llegando hasta el final, con todas las consecuencias.

Porque la gestión del Caso Villalba ha sido deplorable, en todos los sentidos. Se ha dado la sensación de que durante la gestión de la anterior dirigencia, se cometieron desmanes comparables a los casos Gürtel o ERE, pero a diferencia de en estos, en aquél, no se ha investigado en profundidad y si se ha hecho se ha disimulado perfectamente. Toda la parafernalia jaleada incluso desde determinada prensa local, se cerró en falso, vaya usted a saber por qué. Habrá quien piense que por no hurgar más en la herida, pero también quien crea que hay demasiadas cosas que ocultar, y demasiada gente que podría quedar salpicada. En mi caso, como en el de cualquier cofrade de a pie, cualquiera de estos pensamientos es perfectamente asumible, porque el asunto quedó cerrado (es un decir) rodeado de un oscurantismo que permite pensar una cosa y la contraria. Para evitarlo era imprescindible ser transparente, y no se ha sido, lo diga quien lo diga, con sotana o sin ella.

De igual modo que no ha existido la transparencia deseable, después de lo que ha caído, al eludir hacer públicas las cuentas del máximo organismo cofrade para que todos los ciudadanos, cofrades o no, sepan fehacientemente en que se “gastan los dineros”, buena parte de ellos de origen público. Y divulgar no es transmitirlo a los hermanos mayores, sino a toda la ciudadanía. Es tan sencillo como publicarlas en la web de la Agrupación. Eso hubiera sido transparencia, lo contrario, palabrería.

Otra de las promesas estrella, el establecimiento de una central de compras que permitiese a las hermandades beneficiarse de economías de escala, reduciendo sus costes, en lo único en que se ha materializó, al menos que se sepa, fue en las compras unificadas para el Vía Crucis Magno de una cera de una calidad tan ridícula que provocó que muchos de los pasos mostrasen las tulipas vacías mucho antes de llegar a casa, demostrando que si la reducción de costes pasaba por comprar material de saldo, no hacía falta ser Nobel en economía para ponerlo en práctica.

La elección de los pregoneros de Semana Santa ha sido la que ha sido, una vergüenza, con dos pregoneros que pasarán a la historia por torear o por poner a bailar a su pareja durante el desarrollo del pregón. Una decisión que ha provocado que se haya hablado de Córdoba más allá de nuestras fronteras, desde luego, pero para ser el hazmerreír de propios y extraños. Ya saben que la porra para el año que viene está encabezada por Pepe Reina, que imagino que pondrá una portería en el escenario y se dejará tirar unos cuantos penalties, seguido de Fernando Tejero vestido de lagarterana…

El mantenimiento de la parafernalia asociada a la cena del pregonero, tan horrible en tiempos pretéritos, y tan normal en el presente, la censura (de pensamiento, palabra, obra y omisión) a determinados medios de información cofrade, en función del nivel de crítica recibido o la gestión de la procesión de la Virgen de la Fuensanta, Patrona de las Hermandades cordobesas, siempre en el filo de navaja, son algunos logros que también merecen ser mencionados, aunque como ya comenté al inicio, no existe en mi ánimo interés alguno en profundizar demasiado, sino únicamente dar algunas pinceladas.

Pues señoras y señores, con las próximas elecciones empezando a vislumbrarse en el horizonte, el Señor Sanmiguel podría estar planteándose repetir, volverse a presentar, así como lo oyen, por increíble que pueda parecernos a algunos (seguro que no a sus partidarios, pero la opinión es lo que tiene) y sin anestesia ni sonrojo de ningún tipo, con semejante relación de éxitos cosechados. Llegado a este punto y caso de conformarse el rumor, se hace imprescindible reflexionar si las cofradías cordobesas aún están a tiempo de dar un giro radical a su realidad, si no hay ningún cofrade serio, con conocimientos y preparación suficiente para presentar su candidatura y lograr que no se repitan cuatro años más de acciones con semejante resultado, por salud democrática y sobre todo por salvar a una institución que francamente no se si estará preparada para otro embate de similares características. Dice el refrán “que Dios nos salve de los salvadores”… y añado yo, si me lo permiten, y si Dios está ocupado, hagámoslo los mortales… por si acaso.


Guillermo Rodríguez








Recordatorio El Cirineo






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