Blas Jesús Muñoz. Se imaginan que en el siglo XIX, para no
irnos demasiado lejos, una cofradía hubiese tomado a uno de sus miembros
de la mano y lo hubiese mandado al Londres de la revolución industrial
para que aprendiese inglés y regresara con los conocimientos técnicos
necesarios para poner en marcha una pequeña industria local.
Puede
ser que, en algún punto, salvando la analogía se diese un caso
parecido. O puede que no. Entre tanto, la Hermandad de los Estudiantes
de Málaga ha distinguido a tres alumnos de la Universidad de Málaga,
pertenecientes a la cofradía, con las correspondientes becas de
inmersión lingüística para pasar cuatro semanas de julio en la
Universidad de Salisbury (Maryland, Estados Unidos), con objeto de
perfeccionar el nivel de inglés.
Una iniciativa más
que demuestra que el ámbito de la Semana Santa va más allá de las
trompetas, de los costales de doble trama, de millares de salidas porque
sí, de poses dignas que toman por lo personal cualquier opinión
opuesta, de marcas distintivas con la rojigualda como si los de fuera
fuesen éso, de fuera...
Iniciativas que, hace unos
días, me comentaba uno de esos cofrades de los que hay pocos y que me
invitaba a pensar que aun resta una brizna de esperanza en la generación
presente (quizá, la que no deja la venidera o la que se nos fue). No sé
si podrá o lo dejarán, pero no duden que, llegada la hora -en un
sentido u en otro- les informaremos porque cofrades como él no sobran,
sino que son el poso verdadero que dejan las cofradías.