Blas Jesús Muñoz. La mañana del segundo domingo de
junio resultó, fuera de dudas, muy especial tanto para los cofrades que
se integran en la Parroquial de San Juan y todos los Santos como para
los integrantes de los diversos grupos, así como la Fraternidad.
Sin
embargo, la mañana amanecía a la ciudad a escasos metros de allí, en la
Iglesia de San Roque, donde la Custodia se preparaba para abrazar a los
creyentes, exornada para la ocasión por las certeras manos de Pinsapo.
Una
mañana que era un sueño más, desde que San Roque fuera restaurada y los
Titulares del Perdón persidan un altar que ya narra la vida de su
hermandad y de los mayores que pueblan la residencia y a los que
acarician tanto el Señor del Perdón como la Virgen del Rocío.
La
crónica ya la saben, pero -en su trasfondo-, en el itinerario que
caminó desde San Roque hasta la Trinidad, el cielo de las obras
silenciosas de la ciudad contempló a los presentes y, seguramente,
ilumine a más de un cofrade para seguir haciendo las cosas tan bien como
hasta ahora.
Fotos Fernando Castro