Suspira el querubín sobrevolando aquellos campos donde se riegan huertos o huertas y los acontecimientos que se anuncian no comenzaron como parece que ahora son, ni son lo que en su día parecieron.
Suspiros alados por esa cuadrilla que quiso donar una túnica para que su Señor la luciera por los jardines y se le mostraron tres diseños: uno de uno cercano a ellos, otro de otro cercano a los que visten el traje y otro de otro lejano pero profesional.
Suspira el Ángel porque el proyecto era caro y no podían pagar. Lloraron sus penas hasta que un nuevo mandador entró y decidió, tras elegir diseño, que la pagaría la hermandad y la cuadrilla que era suya, pero algunos costaleros dijeron que ya se vería y que, por imposición, la imposición con sufrimiento se paga.
Joaquín de Sierra i Fabra
Recordatorio El Suspiro del Ángel: Vetados