Estamos tan abstraídos por las nimiedades cofrades que convertimos en los
Becerros de Oro del siglo XXI, que pasamos por alto cuestiones de notable
importancia. Digo estamos, porque me incluyo en el grupo de cofrades que está
pendiente de si tal banda va aquí o allá, de los procesos electorales de
Cofradías que más bien parecen chirigotas, de tal estreno para 2016… Y porque
no me habría enterado de que el Papa Francisco quería poner la Pascua de
Resurrección (y con ello la Semana Santa, como es obvio) la segunda semana de
abril de forma fija, de no ser por un amigo a quien admiro mucho.
No se me sorprendan, que les veo las caras. Pueden leer la noticia en
este enlace.
De momento es una intención de nuestro Papa Francisco, en su duro camino de
lograr un cristianismo más unido, debido a las tristes exigencias del guión. Muchos
cristianos están sufriendo la barbarie del Estado Islámico en uno de los
genocidios más atroces que se recuerdan. Hace falta unión, más que nunca. Pero
tengo la impresión de que los cristianos en general nos hemos empeñado
históricamente en separarnos, dividirnos, ramificarnos. Todo ello bajo la
excusa de que cada uno cree en Jesucristo y en Dios de una manera, con
distintos ritos, interpretaciones (cuando no malinterpretaciones) diversas de
la Palabra de Dios.
Habrá quien se haya alarmado al saber de la intención del Papa de fijar
una fecha definitiva para la Semana Santa, y haya dejado de leer el resto,
obnubilándose en aquel refrán que dice que en abril aguas mil y preocupándose
más por ello que por cuestiones más principales. Si usted ha llegado hasta
aquí, se imaginará que la noticia de aciprensa no es más que una excusa para
hablar de lo que a mí me parece. Como decía, nos empeñamos en dividirnos y ramificarnos,
alejarnos del vecino porque piense algo distinto a mí. Nos pasa con religiones
radicalmente distintas, como el Budaísmo, el Hinduísmo o el propio Islám. Pero
nos pasa también bajo el techo de nuestra Madre Iglesia, se sorprendería al
conocer la gran cantidad de ramificaciones del cristianismo. Lo malo quizá no
sea el hecho de ramificarse para entender y practicar la fe de un modo u otro
–en mi opinión tampoco es que lo vea positivo-, sino el tremendo
desconocimiento de lo externo a nosotros. ¿Sabe usted algo del Islam que no sea
una imagen prostituida por los medios de comunicación? Es posible que usted
identifique Islam con los terroristas de Oriente Medio, y es una idea
radicalmente alejada de la realidad. Pero vayámonos más cerca… ¿Qué sabe usted de
los cristianos ortodoxos? ¿Y del protestantismo? ¿En qué se diferencian de
nosotros, la Iglesia Católica Romana y Apostólica?
En lugar de plantearnos –y dar respuesta a- estos y otros muchos
interrogantes, nos es mucho más sencillo despreciar al protestante, al judío,
al ortodoxo. Resultaría mucho más enriquecedor asomarse al balcón de las
distintas religiones, y descubrir la gran cantidad de elementos que tenemos en
común, en lugar de señalar con el dedo y sentir miedo, cuando no odio, de lo
que nos diferencia. Somos muy así los cristianos en general, ni que decirles
los cofrades en particular. Muchos de los autodenominados como tal ni si quiera
reconocen su pertenencia a la Iglesia Cristiana, ellos tocan en una banda,
sacan un misterio o un palio, o se ponen el antifaz como quien se disfraza en
carnavales: a ver quién llama más la atención. Siendo que el cristianismo en
general es muy dado a ignorar lo que tiene enfrente o en su propia casa, el
cofrade es especialmente cainita en ese sentido. Nos tiramos piedras de unas
Hermandades a otras con una facilidad vomitiva, es muy fácil reírse de las
vergüenzas de la ajena cuando seguro que la propia carece de otros aspectos.
Criticamos a tal vestidor incluso a tallas que representan a Jesús y María con
la naturalidad de quien mantiene una conversación sobre un tema cualquiera, sin
importancia alguna.
Los cristianos, y especialmente los cofrades, tenemos un Papa que
probablemente no nos merezcamos. Sus esfuerzos hacia el ecumenismo –“Tendencia o movimiento que intenta la restauración de la unidad entre
todas las iglesias cristianas”, según la RAE- deberían hacernos reflexionar
seriamente sobre en qué estamos convirtiendo nuestras Hermandades. Parece que
nos empeñemos en salirnos de la Iglesia para vivir la fe a “nuestra manera”,
con bombos y platillos, cornetas y trompetas, tallados y bordados, imaginería
religiosa incluso de andar por casa con tal de no pisar una parroquia. Factores
externos al fin y al cabo.
Si el Papa Francisco fijara definitivamente la Semana Santa
la segunda semana de abril, para así tener un punto más en común entre todas
las confesiones cristianas, muchos lo interpretarían como la intención del
Santo Padre es, un peldaño más para unir a los cristianos. Pero me temo que
otros muchos se quedarían en lo que les comentaba antes del refrán de en abril
aguas mil, o por el contrario agradecerían al Papa por poner la Semana Santa en
una fecha más cercana al calor con la disminución de la probabilidad de lluvia.
Acuérdense de lo que les digo, porque si sale hacia delante la propuesta habrá
muchos comentarios –especialmente vía redes sociales- en este sentido. Sería
recrearnos en nuestra pobreza espiritual, que en el cofrade es especialmente
aguda, y esto es opinión personal –como el resto del artículo, vaya-. El Papa
Francisco haciendo todo lo humanamente posible para unificar a la Iglesia
Cristiana y tender puentes hacia las que no lo son, y nosotros preocupándonos
por gilipolleces –con perdón- tales como si tal o cual banda no da la talla.
Miles de hermanos cristianos sufriendo el terror recrudecido de los tiempos de
Jesuscristo, y nosotros ensimismados arrojándonos heces a la cara entre unos y
otros, sin dedicar ni siquiera dos minutos a rezar por todos ellos. Así nos
luce el pelo.
José
Barea
Pd:
para quien esté interesado, les dejo unos enlaces de interés para el cristiano,
relacionados con el tema del artículo de hoy: