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jueves, 18 de junio de 2015

Verde Esperanza: El Papa quiere la Semana Santa siempre en abril


Estamos tan abstraídos por las nimiedades cofrades que convertimos en los Becerros de Oro del siglo XXI, que pasamos por alto cuestiones de notable importancia. Digo estamos, porque me incluyo en el grupo de cofrades que está pendiente de si tal banda va aquí o allá, de los procesos electorales de Cofradías que más bien parecen chirigotas, de tal estreno para 2016… Y porque no me habría enterado de que el Papa Francisco quería poner la Pascua de Resurrección (y con ello la Semana Santa, como es obvio) la segunda semana de abril de forma fija, de no ser por un amigo a quien admiro mucho.


No se me sorprendan, que les veo las caras. Pueden leer la noticia en este enlace. De momento es una intención de nuestro Papa Francisco, en su duro camino de lograr un cristianismo más unido, debido a las tristes exigencias del guión. Muchos cristianos están sufriendo la barbarie del Estado Islámico en uno de los genocidios más atroces que se recuerdan. Hace falta unión, más que nunca. Pero tengo la impresión de que los cristianos en general nos hemos empeñado históricamente en separarnos, dividirnos, ramificarnos. Todo ello bajo la excusa de que cada uno cree en Jesucristo y en Dios de una manera, con distintos ritos, interpretaciones (cuando no malinterpretaciones) diversas de la Palabra de Dios. 



Habrá quien se haya alarmado al saber de la intención del Papa de fijar una fecha definitiva para la Semana Santa, y haya dejado de leer el resto, obnubilándose en aquel refrán que dice que en abril aguas mil y preocupándose más por ello que por cuestiones más principales. Si usted ha llegado hasta aquí, se imaginará que la noticia de aciprensa no es más que una excusa para hablar de lo que a mí me parece. Como decía, nos empeñamos en dividirnos y ramificarnos, alejarnos del vecino porque piense algo distinto a mí. Nos pasa con religiones radicalmente distintas, como el Budaísmo, el Hinduísmo o el propio Islám. Pero nos pasa también bajo el techo de nuestra Madre Iglesia, se sorprendería al conocer la gran cantidad de ramificaciones del cristianismo. Lo malo quizá no sea el hecho de ramificarse para entender y practicar la fe de un modo u otro –en mi opinión tampoco es que lo vea positivo-, sino el tremendo desconocimiento de lo externo a nosotros. ¿Sabe usted algo del Islam que no sea una imagen prostituida por los medios de comunicación? Es posible que usted identifique Islam con los terroristas de Oriente Medio, y es una idea radicalmente alejada de la realidad. Pero vayámonos más cerca… ¿Qué sabe usted de los cristianos ortodoxos? ¿Y del protestantismo? ¿En qué se diferencian de nosotros, la Iglesia Católica Romana y Apostólica?

En lugar de plantearnos –y dar respuesta a- estos y otros muchos interrogantes, nos es mucho más sencillo despreciar al protestante, al judío, al ortodoxo. Resultaría mucho más enriquecedor asomarse al balcón de las distintas religiones, y descubrir la gran cantidad de elementos que tenemos en común, en lugar de señalar con el dedo y sentir miedo, cuando no odio, de lo que nos diferencia. Somos muy así los cristianos en general, ni que decirles los cofrades en particular. Muchos de los autodenominados como tal ni si quiera reconocen su pertenencia a la Iglesia Cristiana, ellos tocan en una banda, sacan un misterio o un palio, o se ponen el antifaz como quien se disfraza en carnavales: a ver quién llama más la atención. Siendo que el cristianismo en general es muy dado a ignorar lo que tiene enfrente o en su propia casa, el cofrade es especialmente cainita en ese sentido. Nos tiramos piedras de unas Hermandades a otras con una facilidad vomitiva, es muy fácil reírse de las vergüenzas de la ajena cuando seguro que la propia carece de otros aspectos. Criticamos a tal vestidor incluso a tallas que representan a Jesús y María con la naturalidad de quien mantiene una conversación sobre un tema cualquiera, sin importancia alguna.




Los cristianos, y especialmente los cofrades, tenemos un Papa que probablemente no nos merezcamos. Sus esfuerzos hacia el ecumenismo –“Tendencia o movimiento que intenta la restauración de la unidad entre todas las iglesias cristianas”, según la RAE- deberían hacernos reflexionar seriamente sobre en qué estamos convirtiendo nuestras Hermandades. Parece que nos empeñemos en salirnos de la Iglesia para vivir la fe a “nuestra manera”, con bombos y platillos, cornetas y trompetas, tallados y bordados, imaginería religiosa incluso de andar por casa con tal de no pisar una parroquia. Factores externos al fin y al cabo. 

Si el Papa Francisco fijara definitivamente la Semana Santa la segunda semana de abril, para así tener un punto más en común entre todas las confesiones cristianas, muchos lo interpretarían como la intención del Santo Padre es, un peldaño más para unir a los cristianos. Pero me temo que otros muchos se quedarían en lo que les comentaba antes del refrán de en abril aguas mil, o por el contrario agradecerían al Papa por poner la Semana Santa en una fecha más cercana al calor con la disminución de la probabilidad de lluvia. Acuérdense de lo que les digo, porque si sale hacia delante la propuesta habrá muchos comentarios –especialmente vía redes sociales- en este sentido. Sería recrearnos en nuestra pobreza espiritual, que en el cofrade es especialmente aguda, y esto es opinión personal –como el resto del artículo, vaya-. El Papa Francisco haciendo todo lo humanamente posible para unificar a la Iglesia Cristiana y tender puentes hacia las que no lo son, y nosotros preocupándonos por gilipolleces –con perdón- tales como si tal o cual banda no da la talla. Miles de hermanos cristianos sufriendo el terror recrudecido de los tiempos de Jesuscristo, y nosotros ensimismados arrojándonos heces a la cara entre unos y otros, sin dedicar ni siquiera dos minutos a rezar por todos ellos. Así nos luce el pelo.

José Barea


Pd: para quien esté interesado, les dejo unos enlaces de interés para el cristiano, relacionados con el tema del artículo de hoy:














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