Blas Jesús Muñoz. "Respeto". Es el término, la
palabra, el vocablo -llámenlo como gusten- que antecede a la batalla
dialéctica. Suele darse el caso de que cuando se usa, suele derivar si
no en descalificaciones, al menos, en reprobación. Se pide para uno lo
que no se es capaz de mantener para el otro.
Durante estos últimos meses estamos asistiendo al proceso
electoral de la Hermandad de la Esperanza de Triana y, desde una de las
candidaturas (la de Rivera) hemos podido leer, en más de una ocasión,
peticiones de respeto y unidad. Todo ello, aderezado con diversos
artículos que obraban máximas como las de "repasad vuestras conciencias"
o artículos que acusaban -sin nombrar, claro está- a diestro y
siniestro de provocar división, etc.
No se puede pedir o rogar siendo juez. Más claro, no se
puede acariciar con una mano y pegar con la otra. Como no se puede pedir
respeto, mientras atacan o juzgas a quienes te agreden. Es el principio
evangélico de la otra mejilla y, aunque no se trate siempre de tener la
cara preparada para la bofetada, tampoco es cuestión de asaltar a
quienes opinan distinto, máxime teniendo en cuenta que al cargo que
optas implica mano izquierda (de naturales debería entender mejor que yo
el Sr. Rivera, que por algo es su oficio).
Mención aparte merece el detalle de la fotografía con Jesús
Quintero. Seguramente, por una foto con El Loco de la Colina algún
hermano mayor de Córdoba mataría (en sentido figurado) y el presidente
de la Agrupación se apresuraría a nombrarlo pregonero y se vanagloriaría
de que saliera al atril alguno de sus personajes reales.
El respeto se gana en el ruedo de la vida no
contraatacando. Si el toro te ataca y le huyen para contrarrestar su
embestida con artimañas, al diestro lo acusarían de espantada o de falta
de valor. De aquí al 29, y si sale elegido tendrá tiempo unos años
para cambiar su actitud y demostrar la transparencia que tanto pregona
(otro candidato para el Presidente), no vaya a ser que caiga en el
discurso de los partidos emergentes.