Antonio Botella. Durante este periodo estival, que pronto llegará a su fin, la actividad no ha cesado en la Hermandad de la Paz y Esperanza, de Córdoba. Entre felicitaciones a "sus bandas", invitaciones representativas y comunicados informativos -alguno de ellos se infiltró innecesariamente- el trabajo no ha amainado, ni tan siquiera en verano, en la cofradía franciscana.
Un trabajo que se ha venido sucediendo semana tras semana, y que ha tenido como principal episodio la restauración de la Virgen de la Paz y Esperanza. Así las cosas, el pasado 2 de julio se anunciaba dicha noticia, con la que se evidenciaba la retirada del culto de esta dolorosa que gubiara Martínez Cerrillo, por lo que sus devotos únicamente se podían encomendar a una estampita para rezarle a la Imagen.
Sin embargo, las labores de reparación solo tuvieron una duración de cuatro días, dado que la intervención se redujo a subsanar la articulación del hombro derecho de la talla. Por tanto, desde el mismo 6 de julio la Santísima Virgen se encontraba de regreso en una de las capillas de la Iglesia del Santo Ángel, recibiendo las rogativas de sus fieles.
Una reposición a la veneración que se ha limitado a poco menos de dos meses, pues unas obras de mantenimiento en la mencionada sede han provocado, de nuevo, la retirada a la devoción de la Imagen mariana. Asimismo, tanto Jesús de la Humildad y Paciencia como los Titulares de la Hermandad del Císter también han sido evacuados de este templo conventual, como les venimos comunicando en las últimas horas.
Y no será hasta el próximo 1 de septiembre cuando la vuelta a la normalidad se traslade hasta dicha iglesia y, en consecuencia, la Paloma de Capuchinos regrese, para no marcharse, a su lugar habitual de culto.