Blas Jesús Muñoz. Rosarios, llaveros, pulseras, medallas, insignias, velas de promesa, velas perfumadas, imanes, fotografías, artículos de marroquinería, joyería, complementos, papelería, telas de color más neutro para resaltar los productos, una marca reconocible, una comisión de marketing.
Seguramente, habrá a quien le pueda parecer exagerado pero no, es nada más y nada menos que parte de las reformas que la Hermandad de la Macarena ha realizado en su tienda, así como parte de los artículos y novedades que en la misma se pueden hallar de cara al nuevo curso cofrade.
Nadie dijo nunca que estuviese mal buscar medios propios de financiación, todo lo contrario. Como tampoco se dijo que guardar recuerdos de la devoción que es propia lo sea. Sin embargo, la justa medida de las cosas, la línea que delimita las fronteras del fetichismo, la sombra que bordea el paso entre lo que es fe y economía de mercado, todo ello provoca dudas, recelos y la comprensión innata hacia quien, desde el otro lado de la frontera de la fe (donde se supone que no la hay), denuncia los excesos.
Los desmanes son propios de la ostentación, no nos llevemos a engaño. Por vender ya se venden corbatas, camisas, carteras de piel de Ubrique. La Semana Santa está en venta y, quizá, es tarde para remediar que, en algún momento, te vendan o subasten cualquier objeto que devenga de lo que fue fe a algo mucho más prosaico.
Recordatorio Ernesto Sanguino: "He mantenido contacto con algunas hermandades aunque no hayamos precisado nada"
