Muchos me imaginaréis entre nanas populares meciendo a mi pequeña. Pues no. De poco me han servido las horas de aprendizaje, pues se duerme escuchando sevillanas. Mi casa parece una pará del camino o una noche en el porche de una casa de la aldea. Son muchas las que vienen a mi mente, pero sobretodo muchas del grupo Los Romeros de la Puebla. Un grupo que llegó a cumplir 40 años sobre los escenarios cantando a Andalucía, a su gente y a sus tradiciones, especialmente a la Semana Santa y al Rocío.
El pasado día 4 nos dejaba uno de los integrantes fundadores de este legendario grupo, Faustino Cabello. Cogió la senda que lleva hasta los pies de la Señora. Una Raya salobre, desierta y seca, desde no hay camino de vuelta, pero que llega a las más hermosas marismas y donde hasta el sol parece que está en otro sitio.
Habrá cruzado un puente, que habrá sido el final del caminar y que crujiría al pasar, antes de encontrarse cara a cara con el Divino Pastorcito. La arena habrá sido alfombra de sus pasos y, junto a los juncos del Quema, le habrá cantado poemas a la Virgen.
En un susurro le habrá pedido a Moya que tocara la guitarra aquí en la tierra porque no puede estar callao aunque esté en la corte celestial, pues aun allí, siente a su lado a los amigos de siempre.
Ahora, cada Lunes de Pentecostés, cuando la Reina Marismeña visite a la Hermandad rociera de La Puebla del Río, todos recordaremos la cara de Faustino cantando "La Virgen viene a mi casa, a eso de la madrugá...". En ese momento, en ese preciso momento, la Guardesa del Rocío irá sonriendo y el Pastorcillo loco de contento, pues Faustino para siempre está con ellos. Pero también estará en el corazón que todos aquellos que hemos crecido con su voz.
Descansa en paz y ayuda a seguir construyendo ese Rocío celestial.
Raquel Medina