Suspira el querubín por los que ya no están, se fueron o se irán mañana. A los que le picó la serpiente y no estaba su amigo el arcángel para salvarlos y a los que les inculcó el veneno en forma de fotografía incómoda que todos vieron y a alguno indigno.
Suspiros alados por los que dijeron que entregaban cosas y le devolvían la medalla, no la de la ciudad, en forma de lista, no las de ABC, que ni se entregó y se tendrá que pedir.
Suspira el Ángel porque sabe que una imagen vale más que mil palabras y si es impropia no viste bien al que se la hicieron. Y puede que suspire de dolor si quien No debe verla posa sus ojos en ella y dentro de los muros no sean suspiros y sí rugidos los que se escuchen ochavados en su propia cárcel.
Joaquín de Sierra i Fabra
Recordatorio El Suspiro del Ángel: Destrozando al que se fue