La mañana azul anunciaba con su viento una tarde gris, enlutada para recordar a los que ya descansan en el Amor infinito del Padre. Mientras, en San Lorenzo, San Andrés o San Pablo comenzaban a cobijarse los devotos al candor de los Besamanos de tres imágenes señoras de la ciudad.
Tristezas, Caridad y Rosario se exponían este primero de noviembre al calor sentido de sus devotos. La actitud desprendida del mundo en su dolor intenso, de la Titular Mariana de la Hermandad de Ánimas impactaba en su capilla. Cerca, en el oratorio característico y singular de la Hermandad de la Expiración, la Virgen del Rosario aguardaba hermosísima a sus devotos.
La tarde languidecía en los párpados caídos de la Virgen de la Caridad, tal vez, como en un recuerdo intenso de la Virgen de los Ángeles que esa misma mañana había presidido el Rosario en su honor. Una tarde que rezaba otro Rosario en San Cayetano con la Madre del Carmen, celebrado por precaución en el interior de su casa carmelita y la procesión de la Virgen del Amparo, desafiando a una meteorología que no evitaba que la ciudad se vistiera de luto y homenajeara a la Santísima Virgen.