Suspira el querubín porque diciembre es cálido y parece octubre, aunque no todo es lo que parece ni oro lo que reluce, como esas medallas de hermano viejo que supera el medio siglo en la Hermandad o que hizo méritos, o no los hizo, pero se la dieron por eso.
Suspiros alados por esas medallas familiares que se entregan en alguna hermandad de hijos a padres, no al revés. Porque el hijo ostenta el poder para entregarla y en lugar de la del bautizo le entrega el oro olímpico de la hermandad.
Suspira el Ángel porque sabe que los homenajes familiares se hacen en casa y en Nochebuena, aunque a veces acaben con más copas de más y en pelea. Y no en un convento con toda la pompa y el boato como si no se conocieran.
Joaquín de Sierra i Fabra
Recordatorio El Suspiro del Ángel: A los que no les votaron