Blas Jesús Muñoz. No hace falta ser politólogo para
apercibirse de la compleja situación que, durante los últimos años y en
especial este que acaba, la pretendida distancia entre la esfera de lo
publico y lo privado se ha alargado en diversos aspectos. Así como se ha
querido encasillar la religión (en concreto, la católica), dentro de
esa esfera privada de una forma artificial.
Las cofradías, como asociaciones inmersas en el seno de la
Iglesia, no escapan a esta diferenciación. Toda vez que su protestación
pública de fe cada Semana Santa las ha puesto sobre el foco de la
laicidad, aunque la antigüedad y tradición de las mismas se hallase
fuera de toda duda.
Así las cosas, las relaciones entre instituciones civiles
(ayuntamientos, por ejemplo) y religiosas se tornan cada vez más
complejas. Hecho que lo corrobora, por ejemplo, la reciente adhesión de
Ganemos Córdoba (marca de Podemos en el Consistorio) a la Rede de
Municipios Laicos, la cual encuentra uno de sus paradigmas en
"establecer la legitimidad secular de las instituciones públicas".
Una defensa de la laicidad que puede vaticinar, en un
futuro no muy lejano, la ausencia de cofradías en las calles cordobesas o
una presencia radicalmente diferente a la que hemos venido conociendo
hasta la fecha.
Recordatorio Enfoque: Cuando ya no queden bandas ni costaleros