Blas Jesús Muñoz. Somos hijos del primer mundo, el cual es
tan injusto que permite que haya parias, desheredados, personas que
dejan de convertirse en un número cuando alcanzan el final de la cola de
Cáritas para poder comer. Estas noches, como tantas otras repetidas,
algún telediario se hará eco porque las imágenes de la pena, de la
catástrofe y hasta del que mira a la vida con esperanza desde la
desesperación venden.
Nunca veremos un reportaje con los culpables. Y en medios
residuales encontraremos cómo celebra la Navidad en Brunei un Cristiano.
Un lugar donde una frase tan sencilla y alegre como la que usamos para
felicitar la Navidad te puede costar cinco años de prisión.
Aun con todo, en mitad de una persecución extrema, un 8,7%
de la población profesa la fe cristiana. 20000 personas, un obispo y
tres sacerdotes. No son héroes, no se equivoquen. Son gente de fe porque
cuando tú pellejo está en juego es cuando se demuestra lo genuino y lo
sucedáneo.
A esas veinte mil personas va mi felicitación. Ellos si
están hoy en Belén. En su determinación debemos encontrar el estímulo
¡Feliz Navidad!