Blas Jesús Muñoz. Los días nos han traído al preludio de una Cuaresma que estará marcada por los cambios. Recorridos inéditos, itinerarios encaminados todos hacia la Catedral, estrenos en el horizonte y nombres que suenan y resuenan entre los que se fueron, vinieron y regresaron.
Uno de los que siempre se mantienen es el del veterano capataz Lorenzo de Juan. El eterno capitán de la cuadrilla de la Reina de los Mártires ha sido uno de los capataces más laureados y reconocidos de Córdoba. Y, ahora, cuando la veteranía incita a la reflexión pausada, De Juan vuelve a sorprendernos con un reto a la altura de su trayectoria.
Una apuesta que lo llevará el próximo Domingo de Ramos a abrir las puertas de la Semana Santa al frente de los costaleros del Cristo del Amor en su camino hacia la ciudad que admira a una de las corporaciones más esforzadas de cuantas procesionar en la capital cordobesa.
Una apuesta que lo llevará a dar lo mejor de sí, de su experiencia y la de su equipo de auxiliares, no para salir airoso, sino para que luzca con más brillo el devocionado crucificado de Jesús Divino Obrero. En definitiva, una apuesta tan necesaria que solo tiene un camino de ida y que confluye en la figura de Lorenzo de Juan.
