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sábado, 6 de febrero de 2016

Candelabro de cola: En silencio


Todavía no soy capaz de salir de mi asombro. No me cabe en la cabeza por más vueltas que le he dado. Ni un artículo, ni una entrada en la capilla que usas como blog… ni siquiera un triste párrafo ni un escueto y mordaz chisporroteo. Con lo que eras tú lanzando dardos sutiles y afilados con aquellos chisporroteos con los que acostumbrabas a deleitarnos. Nada, no hay palabra alguna por tu parte. ¿Será que la procesión va por dentro? La verdad es que no acabo de entender cómo te has podido sumir en el silencio más absoluto ante la aberración que los recién llegados han cometido en tu Hermandad. No tengo en cambio dudas de que, si otra hubiese sido la penosa protagonista de esta historia, otro gallo habría cantado.

Pero no. La realidad es la que es y la realidad muestra cómo la considerada por algunos como madre y maestra nos deja una bochornosa lección de cómo no se hacen las cosas trazando con brusquedad una línea en el suelo pretendiendo renegar del pasado para convertir la Cofradía conocida en otra completamente distinta. Las justificaciones ni me molesto en intentar valorarlas. Son sencillamente ridículas e indefendibles incluso por aquellos que las han adoptado y por sus palmeros. La causa última es la de siempre: yo tengo razón y los anteriores estaban equivocados. Motivo más que suficiente para renegar de todo el camino andado.

Me pregunto si el próximo Jueves Santo, cuando las cornetas comiencen a sonar en la plaza, tú seguirás en silencio. Viviendo de rodillas, como siempre. Será que no merece la pena alzar la voz ni para defender aquello que te duele. Triste guasa.

Marcos Fernán Caballero


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