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jueves, 4 de febrero de 2016

Enfoque: No buscan papeleta de sitio


Blas J. Muñoz. Recuerdo con nitidez los años anteriores al triste 2008 y la manera condescendiente en que se miraba a los excluidos en aquella etapa de bonanza económica. La Iglesia ya entonces no gustaba, aunque ejercía su labor social, del mismo modo en que las cofradías cumplían con su parte. Tras el crack, en una amarga pirueta del destino, la felicidad posmoderna que trajo se desvaneció y entramos en un período de profundo desencanto.

El desencanto era tan artificial como la falsa sensación de seguridad porque sus valores eran tan nulos como los otros. Y la Iglesia, sus asociaciones y sus cofradías siguieron a lo suyo, a lo de siempre, a lo rancio y a lo caduco, a ayudar a los demás. Y a los que inventaron la pólvora se les ocurrió jugar con la desesperación de una forma tan burda como los principios que no tienen.

Es como jugar a dar primicias cuando se rompe un pacto de caballeros. Las consecuencias son inocuas, cierto. El fondo el mismo.

Dicho esto. Vinieron tiempos de revolución aceptados con la misma fórmula de hace cien años, la misma que un año atrás había sido desechada. Y se oyeron planes de rescate ciudadano, planes de choque, pobreza energética... No les voy a narrar lo que he visto durante este tiempo y lo que opinó de sus soluciones, de su caridad de mercadillo.

La foto que observan, como expresa en una red social Carlos Urbano, muestra una tarde de febrero en Santa Marina y a una cola de cordobeses que van a recibir comida. Ellos buscan su pan, su papeleta de sitio en la vida que les ha tocado. Ellos buscan llegar a la noche. Sobrevivir ¿Dónde está el plan de rescate ciudadano? ¿Qué es lo importante para el tripartito, que no se abra una puerta en la Catedral? ¿Los buenos son los de Rey Heredia? 



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