Blas J. Muñoz. Son las ocho y siete minutos de la tarde y el bus no llega. Bajo la marquesina repaso momentos de un pasado que parece ya muy lejano, aunque tan solo hayan pasado dos años. He leído nada más que la dedicatoria y me martillea en la cabeza como un aviso, como la disculpa que yo también tendré que darle algún día.
"Y en especial a Pablo y Rubén, mis niños, lo que más quiero en este mundo y los que espero que algún día puedan perdonarme por haberle robado tiempo de su niñez".
Los minutos avanzan y el transporte público avanza por la Victoria , mientras recuerdo el paso de la Hermandad de la Cena por el lugar. Se acerca la media de las ocho y corro por Manchado y Muñices con el uniforme del trabajo y las ganas de la primera vez. Al llegar a la puerta de la Magdalena suenan los primeros acordes de la Agrupación Musical de la Cena y me suena aun mejor que la última vez. "En tu Valle de Fe" me transporta a otro tiempo, a la adolescencia del Arahal, al sonido añejo de la agrupación musical y pienso, ya está aquí, ya está aquí.
Curro toma la palabra y el cariño que siente por el pregonero se evidencia. Un abrazo y uno de los pregones más emocionales y emocionantes que he escuchado sale de la voz de Rafa Giraldo. Los capataces, las cuadrillas, los motivos y sus por qués, el hábito nazareno que eleva al costalero y al capataz hacia su comprensión absoluta de las cofradías. Todo fluye de sus palabras como una oración infinita, como la liturgia inapreciable de una chicotá eterna.
"- Mamá, ¿será este año?, ¿puedo salir de nazareno ya? A lo que mi madre, una y otra vez me contestaba:
- Eres muy pequeño hijo, ya tendrás tiempo en el futuro".
Termina el pregón y aun me tiemblan los dedos pensando en sus palabras hacia Rafael Hospital. El cariño y la ternura con que el pregonero lo ha homenajeado no tiene parangón y siento que ha sido un orgullo estar allí para oírlo y hacerme sentir de nuevo ilusión por disfrutar de la penúltima Semana Santa de la vida:
"La última chicotá de vida estaba produciéndose, así lo sabía su familia y esperaban desgraciadamente el fatal desenlace de un momento a otro, ya con el cuerpo frío, casi sin color, demacrado por la larga lucha, sin movimiento ninguno, cuando su alma se encontraba entre el suelo y el cielo, apagándose segundo a segundo, sucedió algo mágico, algo que habla de la grandeza de un ser humano y la fuerza de sus creencias, de lo que es el amor de un costalero por Jesús y por María. Entraron a verlo una mañana para hacerle una de las últimas visitas en la Uci, su padre y su novia.
Viendo su estado e intentando a la desesperada una reacción y poder hacer que sus ojos se abrieran una vez más, le susurraron al oído: -Rafa, tú vas paseando a Tu Estrella, llevas su zanco bendito y te está ganando la batalla, Rafa, te está rozando en el suelo, ¡Vamos arriba con él hijo! Tu eres grande, hijo mío, Vamos arriba con él, vamos valiente, tu puedes, Vamos a echarle casta hijo… Y entonces…sucedió el milagro, sin fuerza ninguna, sin casi vida, en un alud de coraje, no se sabe cómo, no tiene explicación, pero él, apretó los dientes, cerró sus puños con fuerza y con el corazón, pues es casi lo único que ya tenía, llegó a poder moverse levemente, incluso hasta casi pudo mover la mismísima camilla…increíble, realmente espeluznante… Él subió el zanco, su alma regresó desde el mismo cielo para que no le rozara el zanco en el suelo para irse por la puerta grande, por la puerta de los elegidos y consiguió hacerlo, el se llevó ese zanco tan alto, que fue hasta el mismo paraíso. Qué grande eras, Rafa, que ejemplo nos diste antes de partir, no se puede querer más a una Madre, cuánto te echaremos de menos…
Querido amigo, hoy te digo que tu zanco no se hundió, ganaste la batalla al subirlo hasta el mismo cielo, dónde, la Virgen te vio y reclamó tu presencia y desde aquel momento tú ya nada pudiste hacer, nada más que presentarte obediente a la Igualá Celestial en donde sólo los elegidos de Dios pueden estar. Y así, llegó el fatal desenlace y nuestro querido “Chino”, voló hasta estar con los ángeles y allí, a la entrada lo esperaba impaciente el mismísimo San Pedro.
- Adelante, Rafa, te estábamos esperando, decía el Apóstol divino Y con la humildad que le caracterizaba, él contestó:
- ¿A mí? ¿Soy yo al que esperabais?
- Sí, contestó San Pedro, adelante, el mismo Dios te recibirá al momento. Unos instantes después y postrado ante el Santísimo, Éste le decía:
- Te conozco bien Rafa, desde hace mucho tiempo, no estés sorprendido.
- Tú, Rafa, fuiste cirineo de mi Hijo y tú, presumiste de él, le diste tu cariño por toda tu Córdoba Y paseaste a la Virgen e hiciste que la hermosura de Tu Estrella fuese aun mayor.
- Tú, querido Rafa, has sido uno de mis hombres, un hombre de Dios bajo las trabajaderas. Bienaventurados Rafa, los costaleros de ayer, hoy y siempre.
Y nuestro amigo, le contestó:
- Señor, yo sólo hice lo que me enseñó mi padre en la tierra, di mi valor, mi coraje y mi esfuerzo por un viejo oficio de emoción y de sueños, como hace cualquier costalero de bien.
- Efectivamente, asintió el mismísimo Dios, por eso, por esa grandeza tuya demostrada en la tierra, darás ahora tu última chicotá. Ésta, será eterna y tendrá lugar en el mismo cielo. Ahora, reúnete con los tuyos, allí te esperan, Capataces y Costaleros de postín, tendrás al mando de la cuadrilla al mismísimo Rafael Muñoz y junto a él, también estará D. José Gálvez y Rafael Sáez y debajo compartirás trabajaderas con costaleros divinos como tú, allí tendrás a Miguel “El Preciosos” y a Paco Márquez, allí no faltarán los que como tú, de esta gloria ganada a pulso disfrutarán y para organizarlo todo, estarán nada más y nada menos que Diego Luque, José Luis Pavón y Manolo Ceular, ellos serán los que todo perfilarán. Ve ahora a disfrutar en nuestro cielo de Getsemaní y goza de la plenitud eterna en presencia del Padre.
Y así, termina esta historia, que es la de la vida misma, unos van y otros llegan, a los que ahora vienen decirles, que nada serían sin los que un buen día ocuparon ese bendito lugar bajo ese lindo cielo que vivimos debajo de unas trabajaderas. Sirva esta historia de un “Apóstol del costal”, como homenaje póstumo a él y a todos los que allí están y que juntos forman esa maravillosa Cofradía del Cielo. Sirva esta alegoría de homenaje.
A Rafa Hospital Costalero de Córdoba Costalero de Dios Y Costalero del Cielo".
Fotos Jesús Caparrós
"Y en especial a Pablo y Rubén, mis niños, lo que más quiero en este mundo y los que espero que algún día puedan perdonarme por haberle robado tiempo de su niñez".
Los minutos avanzan y el transporte público avanza por la Victoria , mientras recuerdo el paso de la Hermandad de la Cena por el lugar. Se acerca la media de las ocho y corro por Manchado y Muñices con el uniforme del trabajo y las ganas de la primera vez. Al llegar a la puerta de la Magdalena suenan los primeros acordes de la Agrupación Musical de la Cena y me suena aun mejor que la última vez. "En tu Valle de Fe" me transporta a otro tiempo, a la adolescencia del Arahal, al sonido añejo de la agrupación musical y pienso, ya está aquí, ya está aquí.
Curro toma la palabra y el cariño que siente por el pregonero se evidencia. Un abrazo y uno de los pregones más emocionales y emocionantes que he escuchado sale de la voz de Rafa Giraldo. Los capataces, las cuadrillas, los motivos y sus por qués, el hábito nazareno que eleva al costalero y al capataz hacia su comprensión absoluta de las cofradías. Todo fluye de sus palabras como una oración infinita, como la liturgia inapreciable de una chicotá eterna.
"- Mamá, ¿será este año?, ¿puedo salir de nazareno ya? A lo que mi madre, una y otra vez me contestaba:
- Eres muy pequeño hijo, ya tendrás tiempo en el futuro".
Termina el pregón y aun me tiemblan los dedos pensando en sus palabras hacia Rafael Hospital. El cariño y la ternura con que el pregonero lo ha homenajeado no tiene parangón y siento que ha sido un orgullo estar allí para oírlo y hacerme sentir de nuevo ilusión por disfrutar de la penúltima Semana Santa de la vida:
"La última chicotá de vida estaba produciéndose, así lo sabía su familia y esperaban desgraciadamente el fatal desenlace de un momento a otro, ya con el cuerpo frío, casi sin color, demacrado por la larga lucha, sin movimiento ninguno, cuando su alma se encontraba entre el suelo y el cielo, apagándose segundo a segundo, sucedió algo mágico, algo que habla de la grandeza de un ser humano y la fuerza de sus creencias, de lo que es el amor de un costalero por Jesús y por María. Entraron a verlo una mañana para hacerle una de las últimas visitas en la Uci, su padre y su novia.
Viendo su estado e intentando a la desesperada una reacción y poder hacer que sus ojos se abrieran una vez más, le susurraron al oído: -Rafa, tú vas paseando a Tu Estrella, llevas su zanco bendito y te está ganando la batalla, Rafa, te está rozando en el suelo, ¡Vamos arriba con él hijo! Tu eres grande, hijo mío, Vamos arriba con él, vamos valiente, tu puedes, Vamos a echarle casta hijo… Y entonces…sucedió el milagro, sin fuerza ninguna, sin casi vida, en un alud de coraje, no se sabe cómo, no tiene explicación, pero él, apretó los dientes, cerró sus puños con fuerza y con el corazón, pues es casi lo único que ya tenía, llegó a poder moverse levemente, incluso hasta casi pudo mover la mismísima camilla…increíble, realmente espeluznante… Él subió el zanco, su alma regresó desde el mismo cielo para que no le rozara el zanco en el suelo para irse por la puerta grande, por la puerta de los elegidos y consiguió hacerlo, el se llevó ese zanco tan alto, que fue hasta el mismo paraíso. Qué grande eras, Rafa, que ejemplo nos diste antes de partir, no se puede querer más a una Madre, cuánto te echaremos de menos…
Querido amigo, hoy te digo que tu zanco no se hundió, ganaste la batalla al subirlo hasta el mismo cielo, dónde, la Virgen te vio y reclamó tu presencia y desde aquel momento tú ya nada pudiste hacer, nada más que presentarte obediente a la Igualá Celestial en donde sólo los elegidos de Dios pueden estar. Y así, llegó el fatal desenlace y nuestro querido “Chino”, voló hasta estar con los ángeles y allí, a la entrada lo esperaba impaciente el mismísimo San Pedro.
- Adelante, Rafa, te estábamos esperando, decía el Apóstol divino Y con la humildad que le caracterizaba, él contestó:
- ¿A mí? ¿Soy yo al que esperabais?
- Sí, contestó San Pedro, adelante, el mismo Dios te recibirá al momento. Unos instantes después y postrado ante el Santísimo, Éste le decía:
- Te conozco bien Rafa, desde hace mucho tiempo, no estés sorprendido.
- Tú, Rafa, fuiste cirineo de mi Hijo y tú, presumiste de él, le diste tu cariño por toda tu Córdoba Y paseaste a la Virgen e hiciste que la hermosura de Tu Estrella fuese aun mayor.
- Tú, querido Rafa, has sido uno de mis hombres, un hombre de Dios bajo las trabajaderas. Bienaventurados Rafa, los costaleros de ayer, hoy y siempre.
Y nuestro amigo, le contestó:
- Señor, yo sólo hice lo que me enseñó mi padre en la tierra, di mi valor, mi coraje y mi esfuerzo por un viejo oficio de emoción y de sueños, como hace cualquier costalero de bien.
- Efectivamente, asintió el mismísimo Dios, por eso, por esa grandeza tuya demostrada en la tierra, darás ahora tu última chicotá. Ésta, será eterna y tendrá lugar en el mismo cielo. Ahora, reúnete con los tuyos, allí te esperan, Capataces y Costaleros de postín, tendrás al mando de la cuadrilla al mismísimo Rafael Muñoz y junto a él, también estará D. José Gálvez y Rafael Sáez y debajo compartirás trabajaderas con costaleros divinos como tú, allí tendrás a Miguel “El Preciosos” y a Paco Márquez, allí no faltarán los que como tú, de esta gloria ganada a pulso disfrutarán y para organizarlo todo, estarán nada más y nada menos que Diego Luque, José Luis Pavón y Manolo Ceular, ellos serán los que todo perfilarán. Ve ahora a disfrutar en nuestro cielo de Getsemaní y goza de la plenitud eterna en presencia del Padre.
Y así, termina esta historia, que es la de la vida misma, unos van y otros llegan, a los que ahora vienen decirles, que nada serían sin los que un buen día ocuparon ese bendito lugar bajo ese lindo cielo que vivimos debajo de unas trabajaderas. Sirva esta historia de un “Apóstol del costal”, como homenaje póstumo a él y a todos los que allí están y que juntos forman esa maravillosa Cofradía del Cielo. Sirva esta alegoría de homenaje.
A Rafa Hospital Costalero de Córdoba Costalero de Dios Y Costalero del Cielo".
Fotos Jesús Caparrós