No por mucho madrugar amanece más temprano, ni por mucho repetir una mentira la convertimos en verdad. Tampoco desviaremos la mirada de la verdad (que muchos conocemos en este patio de vecinos que es nuestra maravillosa ciudad) por mucho que intenten vestirnos de grandeza lo que para muchos es sin duda una bajeza.
No daré nombres (todos sabemos que no hace falta), pero lo escuchado y leído en estos últimos días no me permite cerrar la tapa de mi humilde ordenador y dejar para mis adentros la rabia que me produce la diferencia de rasero en cuanto a novedades musicales se refiere. Les pondré un ejemplo tan claro como real que me servirá como comparativa. Levante español, cuero y tacones, oficio noble y antiquísimo, calidad y trabajo, sacrificio y reconocimiento. Ahora imaginen lo siguiente: Asia y plástico, más plástico y tacón, ruin y aprovechado. Nuestros lectores seguramente habrán relacionado esta concatenación de adjetivos con el problema vivido por los zapateros del levante español tras la incursión china con precios por los suelos rompiendo el mercado pero, ¿y si no hay que irse al levante para vivir este triste y lamentable hecho?, ¿y si cambiásemos el cuero y los zapatos por el metal y las notas musicales?, ¿y si además el “chino” intentase no solo reventar precios para colocarse a toda costa, sino que llamase a casa de nuestras “parientas” para meterse también en nuestra cama?.
Córdoba, patio de vecinos donde todos nos conocemos, donde todo se expande en cuestión de minutos, donde una cerveza une conversaciones y donde todos “oímos” sin querer. Esa Córdoba criticona y desmemoriada, que tarde o temprano se dará cuenta que lo barato sale caro, y que los chinos al fin y al cabo solo venden productos para un par de usos.
Y el que quiera entender... que entienda.
José Ignacio Dionisio