Estamos acostumbrados a verlo en la política que se supone que se escribe con mayúsculas. Cualquiera se presenta a dirigir lo que sea, un ayuntamiento, una comunidad autónoma o el propio país, sin mayor preparación que ser un líder bolivariano, tener una cara bonita, haber estado en el lugar adecuado en el momento justo y capacidades demostradas por estilo, y así nos va, con una España de cachondeo que corre el riesgo de celebrar elecciones cada seis meses sin solución de continuidad. Y es que una repasa los méritos de unos y otros y la verdad es que es para echarse a llorar. Si esto ocurre al más alto nivel, ¿cómo vamos a pedir peras al olmo cuando de elecciones cofrades se trata?
Resulta que en unas cuantas semanas, que hasta hace poco eran unos meses, cabe preguntarse a qué obedece el adelanto, tendremos elecciones en la sede de Isaac Peral, la antigua calle del Lodo, curiosa coincidencia, y de momento solamente un candidato. De manera que hasta que esto cambie, si es que cambia, la disyuntiva es refrendar al presidente o censurarle en forma de voto de castigo, voto en blanco, negativo o ausencia significativa. Y la decisión debería derivar del análisis de la gestión desarrollada. Digo debería porque hay que recordar que estas son probablemente las elecciones menos democráticas de cuantas se celebran en el seno de las cofradías. Sí, verán, aquí no vota nadie. Para quien no lo sepa, la elección se realiza en base a un voto por cada una de las hermandades agrupadas, o sea, lo que cada junta de gobierno determina. Es decir, un personaje puede recibir el apoyo mayoritario de los que mandan en las cofradías sin que los cofrades tengan ni voz ni voto al respecto. Podría darse el caso de que un candidato tuviese el rechazo mayoritario de los cofrades cordobeses y ser elegido presidente de nuestras hermandades. Lo único evidente es que nunca llegaremos a conocer este extremo porque, como ya digo, estas son las elecciones menos democráticas que conozco y a los presidentes no les vota la gente sino los mandamases, así que los criterios a la hora de elegir el voto pueden ser de lo más variopintos, desde la decisión en base al mencionado análisis de los méritos de cada cual, presuntos o desarrollados, a la filia o la fobia que cada candidato pueda despertar en los electores, o sencillamente la expectativa de beneficio derivado de una u otra decisión.
De momento solamente hay un candidato en liza, y para ser justa, habría que reconocerle habernos sorprendido en un momento en el que muchos cofrades albergásemos la duda razonable de que ante el ataque que habíamos comenzado a recibir cristianos y cofrades desde determinados estamentos político-sociales, fuese capaz de ocupar el centro de la escena para convertirse en protagonista y atreverse a defendernos ejerciendo el papel de contrapunto frente a los que, instalados desde el poder o su cercanía, decidieron utilizar a las cofradías como el muñeco de barraca de feria al que disparar para aparentar ser progresista. Si tuviese que centrarme en lo positivo de su gestión, casi me tendría que detener en esto, y la elección de José Juan Jiménez Güeto como pregonero este año, porque si analizo el resto de merecimientos, mi valoración genera una nota que probablemente no sea la que debe obtener un dirigente que opte a la reelección.
El inicio de su gestión se sustentó básicamente en un censura continua, permanente y aburridísima al anterior presidente con una serie de manifestaciones, insinuaciones y presunciones que surgidas desde determinados ámbitos redujeron los primeros meses de mandato a una secuencia de acusaciones veladas que, como el tiempo terminó demostrando, quedaron en la nada más absoluta, eso si dando una apariencia de suciedad que lo único que consiguió fue atentar contra el prestigio y la honorabilidad de personas contra las que nada se demostró a posteriori, haciendo honor al mencionado nombre de la calle en la que se encuentra la sede de la Agrupación, Isaac Peral no, el otro.
Luego vino el Vía Crucis Magno que todos sabemos como acabó. Una idea magnífica gestada junto al Patio de los Naranjos, por más que algunos pretendieran apropiársela, que derivó en un absoluto desastre organizativo que pudo haber causado una tragedia por la incompetencia de algunos a la hora de gestionar la masa, recuerden la que se lió en la Cruz del Rastro, y que acabó a altísimas horas de la madrugada con retrasos de horas y la sensación de incapacidad en la organización de eventos de gran calado que muchos parecen haber olvidado. Del caos de la Cruz del Rastro se pretendió culpar a la policía o a sus responsables, obviando que la genial idea de que todos los pasos llegasen a ese punto, se “aparcasen” y luego se reorganizase una procesión partiendo de cero fue la verdadera responsable del desastre y de eso no se puede culpar a otros que no fuesen los organizadores. Aún recuerdo la imagen bochornosa de un paso adelantando a otro mientras este otro se echaba a un lado. Una escena ridícula. La Regina Mater subsano en cierto modo la imagen de una organización deplorable, pese a que también se produjeron retrasos y carencias y que, no lo olvidemos, la afluencia de público fue infinitamente inferior a la del evento original, lo que ayudó a controlar los efectos derivados.
En la cuenta también es imprescindible anotar los carteles repartidos a dedo, las innombrables elecciones de pregoneros, el coto cerrado en que se ha convertido el Córdoba Cofrade y sobre todo la inacción trasladando la responsabilidad de cualquier decisión a las cofradías, salvo las que se traducen en contentar a amigos y allegados como estás que les comentaba. Las buenas intenciones de hacer una revista moderna y sobre todo interesante del Córdoba Cofrade, quedó en eso, en una idea que ha quedado reducida a la nada y que la ha perpetuado como un club cerrado en el que se reparten artículos y fotos entre los amigos de mis amigos. Los carteles, ya se sabe, designaciones dirigidas que se han traducido en redundancias mil veces repetidas, con la honrosa salvedad del cartel de Semana Santa de este año, un oasis en el desierto. Y lo de los pregoneros, para echarle de comer aparte vaya. Menuda guasa tuvimos con el periodista que ni era cofrade, ni practicante ni nada de nada, ante el silencio del delegado que no dijo ni esta boca es mía. No soy sospechosa de ser una católica rancia y mis amigos homosexuales y divorciados pueden dar fe de lo que pienso de ciertas “doctrinas”, pero a mi entender, lo mínimo que se le pide a un pregonero es que no te zampe en una entrevista que no práctica el cristianismo. Y lo de Finito… superó lo que parecía insuperable. Vamos que cuando eligieron al Párroco de la Trinidad este año, yo me llevé la decepción de mi vida. Les juro que ya veía a Pepe Reina bajo palos en mitad del escenario del Gran Teatro…
El punto culminante de una gestión que me ha parecido francamente mala lo hemos presenciado esta pasada Semana Santa. Una planificación inexistente que dejó en manos de terceros la responsabilidad de la organización de algo tan complejo como el paso de todas las hermandades penitenciales por la Santa Iglesia Catedral es un elemento que no se puede poner precisamente entre los éxitos del Señor Sanmiguel como algunos pretenden atribuirle, incluido él mismo por lo que se traduce de las entrevistas que viene concediendo. Reuniones interminables con el único punto de partida de ir todas a la Mezquita- Catedral, como parece que ahora se llama de nuevo, a resultas de una reunión con el Obispo presente, que a ver quién era el guapo que se señalaba a la cara, y el encogimiento de hombros de los responsables que se sentaron a verlas venir y a esperar a que las hermandades se pusieran de acuerdo, en lugar de presentar uno o varios planes perfectamente elaborados y planificados, como era su obligación, para que las cofradías se pronunciasen. Porque al presidente se le elige para que tome decisiones no para que se siente a mirar como otros las toman. Y el resultado, salvado por San Pedro el Domingo y el Lunes, con normalidad el Martes y el Viernes (cosa lógica porque las hermandades sólo tenían que repetir o que llevan años haciendo, y un desastre el Miércoles y en menor medida el Jueves, con retrasos insufribles que incluyeron algo tan grave como que una cofradía no pasase por Carrera Oficial a causa del desconcierto organizativo. No es como para que nadie se cuelgue medallas desde luego, y lo que viene es más de lo mismo, porque siguen sin presentar un plan elaborado sino que, al parecer, solamente pretenden que las hermandades digan si quieren ir o no el año que viene y partir de ahí, vuelta a empezar y a que sean otros los que tomen las decisiones, como si así la responsabilidad la cargasen otros hombros.
Guasas aparte, si tuviese que darle una nota al actual presidente, desde mi humilde opinión, sería la de un suspenso incontestable, aderezado con pequeñísimas dosis de luz en mitad de un mandato lleno de sombras, lo siento. Y francamente, espero como agua de Mayo que alguien verdaderamente preparado de un paso al frente y se atreva a postularse. A ver si alguien viene y es capaz de darle un giro imprescindible a una institución herida de muerte, por el bien de nuestras Cofradías.
He dicho
Sonia Moreno
Foto Jesús Caparrós