El pasado lunes 27 hizo un año de aquel sábado caluroso lleno de devotos de María, donde Córdoba era la capital mundial de la devoción mariana. Las calles de nuestra ciudad se inundaron de pasos con las distintas imágenes de la Madre de Dios en sus advocaciones coronadas de la capital y provincia.
Un día muy especial, tanto para mí, como para todos aquellos que participaron de una u otra manera, en la Magna Mariana de Córdoba, aquel 27 de Junio de 2015. Y muy especialmente para todos los que tuvimos el honor y gloria, de sacar a la Virgen de la Fuensanta Coronada. Y además por dos veces ese año. Quizás fue como premio a un capataz, el cual tuvo una historia y un gesto que muy pocos conocen y el día que me autorice me gustaría contarles, para que sepan el gran corazón que tuvo y tiene.
Bueno no me voy a desviar del tema que hoy quiero seguir describiendo. Esos recuerdos que se me vienen a la memoria cada vez que hablo de capataces y costaleros, por lo vivido desde el día que D. Lorenzo de Juan nos convocó a una reunión a su equipo de capataces y auxiliares de la Reina de los Mártires para comunicarnos las dos noticias. Allí en aquella reunión, en un bar al lado de su casa, nos expuso que había sido designado por la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba para ser el capataz de las dos salidas procesionales de la Virgen de la Fuensanta.
La verdad sea dicha, que los tres que estábamos allí el semblante se nos cambió e iluminó en nuestros rostros, de las dos procesiones que íbamos a tener para incrementar nuestros curriculums vestidos de negro. Allí nos dijo que para él sería una experiencia muy gratificante el poder compartir con su equipo de antaño también la procesión Magna Mariana y por supuesto que los tres lo vimos como una oportunidad de poder trabajar con grandes capataces de nuestra ciudad que por distintas razones no seguían juntos como equipo de negro.
Así comenzamos a fijar los días para la “igualá” y los posteriores ensayos. La verdad, que un hormigueo corría por mis entrañas ante la posibilidad de disfrutar de esas dos salidas procesionales, y con maestros del mundo del martillo, porque al final de cuenta te gusta aprender de ellos y a la vez demostrar tu valía ante dichos capataces.
Los comienzos no fueron los soñados, la verdad sea dicha, pero nadie dijo que lo fuese hacer. Todo tiene un inicio y poco a poco se fueron puliendo detalles conforme se acercaba la fecha de la salida procesional. Experiencias que no se podrán olvidar de lo vivido por cada uno de nosotros, tanto las malas como las buenas. Al igual que los capataces, el gran equipo humano de costaleros que se congrego para la Magna. Me gustaría nombrarlos a todos, porque demostraron lo buena gente que son y mejores costaleros. Lo vivido con ellos es de quitarse el sombrero y reclinarse para dar las gracias a tanta voluntad, experiencia y saber trabajar bajo las trabajaderas.
Momentos cofrades para el recuerdo. Allí al lado de la Parroquia de Santiago, el disfrute reuniendo a las dos cuadrillas de costaleros, repartiendo los trabajos a cada uno de ellos, comentando las normas de la Estación y de la Magna, bromas, comentarios, un ambientazo que pronosticaba que aquella noche iba a resultar muy especial y espectacular. Las fotos de rigor con las cuadrillas, con los equipos de capataces. Momentos que no se podrán olvidar, sólo dar las gracias a unos y otros. Al equipo de capataces porque no sabemos si ese equipo añejo se vera de nuevo mandando un paso y al equipo más novel porque estamos teniendo una suerte muy grande por tener la suerte de trabajar con D. Lorenzo de Juan. A las cuadrillas porque se vivieron momentos estupendos con un ambiente estupendo. Si se pudiese repetir tener en un paso a toda esa gente buena de verdad. Porque no se podrá olvidar nunca, nunca, nunca de mi memoria.
Bueno pues para acabar tengan cuidado con el fin de semana de calor que nos espera. Sean felices y extrapólenlo que seguro que nos llegará esa felicidad de alguna manera. Y diviértanse como sepan hacerlo mejor. Un amigo de ustedes.
Pachi Giraldo