R. Rodríguez. Una asamblea extraordinaria y unas elecciones han escenificado que el traslado de la carrera oficial es muy complejo. Para empezar porque son treinta y siete las cofradías a las que hay que cambiar horarios e itinerrarios. Para seguir porque ya se vio este invierno que las negociaciones se pueden dilatar meses. Y para terminar porque la Agrupación prefiere gestionar la voluntad de las hermandades antes que tomar la iniciativa.
Nadie dice que haya que imponer, pero ponerse de perfil y dar a entender (a lo mejor no se hace con esa intención)) que la culpaes de los que se "pringan", en una institución de esa envergadura no es lo que se espera. Por lo menos no lo esperaban las trece cofradías que votaron no, la que lo hizo en blanco y qué decir de las tres que no fueron. Sumando, diecisiete de cincuenta no es tanto, pero muy curioso cuando hay un único candidato.
Pero hay más curiosidades. La del "donde dije digo Diego" ya esw un clásico como el "mire usted" de José María Aznar. En mayo se dijo que no se podía entrar en las naves de la Catedral y dos semanas después sí se podía (el "sí se puede" no hace falta que recordemos de quien es). ¿Oportunismo? ¿Debilidad en el criterio? ¿Ausencia de otro criterio que no sea hacer lo que se vaya viendo?
Ir a la Catedral a cualquier precio hubiera sido un error hace seis años y lo será ahora si se actúa de esa manera. Aunque esperar un cambio de rumbo y un acierto rotundo en quien convoca una asamblea para una decisión así antes de unas lecciones, ya es daño para uno mismo y gratuito. Y lo mejor es la imagen de unidad, al Presidente le duele la boca de decirlo y no lo leo sobre lo que pasó el 31 de mayo porque, que no se llegara ni avotar, no sé si es desunión, pero un punto de ridículo sí que tiene.