Blas J. Muñoz. Durante los últimos días les hemos venido contando como alguna de las bellas imágenes Marianas de nuestra geografía se hallaban ya ataviadas para el tiempo estival. Era el caso, por ejemplo, de Nuestra Señora de la Paz, en Córdoba; o el de la Esperanza Macarena. Evidentemente, no se trata de casos singulares, sino que en estas jornadas, numerosas son las Vírgenes que son dispuestas para el tiempo ordinario amorosamente.
Un ejemplo siempre llamativo es el de Nuestra Señora de la Salud. La talla que gubiara Miguel Ángel González Jurado, siempre obtiene de sus cofrades y devotos el mayor de los mimos, tal y como pueden apreciar en la instantánea, donde se aprecia la pericia de su vestidor, Francisco Mira.
La Salud llena de esperanza, de certidumbres exactas un verano que, probablemente, haya dado comienzo a la cuenta atrás de un sueño largamente acariciado. Desde su altar, a buen seguro, sus cofrades sueñan con el día en que la vean entronizada bajo palio. El tiempo juega a su favor, mientras la observamos, enamorados, dispuesta para el tiempo estival.
